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ASTRID.

Era un nuevo día. El sol estaba radiante y habíamos decidido salir a jugar al jardín. Estábamos jugando béisbol. Lucy nos veía sentada bajo un gran árbol.

Peter: Peter se prepara y está listo para otra anotación -dijo lanzando la pelota.

Golpeó a Edmund que estaba distraído.

Edmund: ¡Oye!

Peter: Ups. Despierta bello durmiente.

Edmund: ¿Por qué no jugamos a las escondidas?

Peter: Tú dijiste que era un juego de niños.

Susan: Además, aquí hay aire fresco.

Edmund: Es igual que el aire de adentro.

Astrid: Déjame intentarlo -le dije a Peter. 

Me dio la pelota y me posicioné a unos metros de Ed, que estaba listo para golpear la pelota.

Astrid: ¿Estás listo?

Edmund: ¿Y tú?

Le lancé la pelota a Ed y este la golpeo. Todo perfecto hasta que vimos la pelota estrellarse contra uno de los cristales de la mansión. Los cinco rápidamente entramos a la casa y fuimos a la habitación donde la pelota había caído. Cuando llegamos vimos el cristal roto y una de las armaduras de decoración en el suelo.

Peter: ¿Qué hiciste Ed?

Edmund: Así me la lanzó Astrid.

Astrid: Hey, no me culpes. La lancé bien.

Escuchamos unos pasos y la voz de Macready.

Peter: Vámonos.

Los cinco salimos corriendo de ahí. Fue bastante extraño. Los pasos de Macready se escuchaban por todos lados. Terminamos en un pasillo con tres puertas. La primera estaba cerrada al igual que la segunda, pero la tercera fue nuestra salvación. Cuando entramos nos dimos cuenta que era la habitación del ropero "mágico":

Edmund: ¿Qué esperan? -dijo abriendo el ropero.

Susan: Edmund, dime que es una broma.

Los pasos de Macready se escuchaban cerca por lo que no tuvimos otra opción más que entrar al ropero.

Entre empujones y pisotones avanzamos hasta el fondo del ropero. Cuando llegamos ahí, Peter, Susan y yo caímos de espaldas sobre una cama de nieve. Estábamos en un enorme bosque cubierto de nieve. Los tres miramos asombrados.

Susan: Imposible.

Astrid: Esto es asombroso.

Lucy: Tranquilas, apuesto a que es solo su imaginación.

Peter: Supongo que decir que lo siento no es suficiente.

Lucy: No, no lo es -le lanzó una bola de nieve en el rostro a Peter- Eso tal vez si.

Y así comenzamos una guerra de bolas de nieve. Hasta que Susan le lanzó una a Edmund.

Edmund: ¡Oye! ¡Ya basta!

Peter: Que mentiroso eres.

Edmund: Tú tampoco le creíste.

Astrid: Basta, los dos.

Peter: Discúlpate con Lucy -Ed lo miró desafiante- ¡Di que lo sientes!

Edmund: Ya oí -miró a Lucy- Lo lamento.

Una Nueva Aventura (Peter & Astrid) TERMINADATempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang