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ASTRID.

Peter: Dijo que el invierno llegaba a su fin -dijo refiriéndose a Santa.

Habíamos caminado bastante, estábamos más cerca del río congelado.

Astrid: Significa que no habrá más hielo.

Tardamos un momento, pero entendimos que teníamos que correr. Llegamos lo más rápido que pudimos al río, este comenzaba a descongelarse.

Peter: Hay que cruzar. ¡Ya!

Lucy: ¿No pueden armar una presa? -preguntó a los castores.

Sr. Castor: No soy tan veloz, querida.

Peter: Vámonos ahora.

Susan: Espera, ¿no podemos pensarlo por un minuto?

Astrid: Lamento decirte que no tenemos un minuto.

Susan: Intentaba ser realista.

Peter: No, tú querías como siempre ser la niña lista.

Quería reprender a Peter, pero los lobos cada vez se escuchaban más cerca y no había tiempo de discutir. 

Bajamos hasta el río medio congelado y llegamos a la orilla, el hielo aún estaba intacto ahí pero se parecía que se rompería en cualquier momento. Peter dio un paso adelante y el hielo crujió. Mala idea.

Sr. Castor: Esperen, yo voy al frente.

Comenzó a caminar lento y a tantear el hielo con su cola. Un pedazo del hielo crujió un poco.

Sra. Castor: Te advertí que no siguieras comiendo postres -solté una pequeña risita.

Sr. Castor: Nunca sabes cuando va a ser tu última cena, en especial cuando tu cocinas.

La Sra. Castor siguió a su esposo y detrás de ellos comenzamos a avanzar lentamente pero no tan lento. El hielo se rompía pero aún teníamos suficiente tiempo para cruzar.

Susan: Si mamá se enterara de esto...

Peter: Mamá no está aquí -dijo algo molesto.

Seguimos caminando hasta que miré hacía arriba de la cascada.

Astrid: Demonios.

Los lobos estaban cruzando la cascada y nos alcanzarían del otro lado.

Peter: ¡Corran!

Comenzamos a avanzar los más rápido que podíamos para llegar al otro lado, pero los lobos nos alcanzaron. Nos tenían rodeados. El Sr. Castor intentó enfrentarlos, pero solo consiguió que lo mordieran. Peter y yo desenvainamos nuestras espadas.

Maugrim: Bajen eso muchachos, van a lastimar a alguien.

Peter: Guárdala -me susurró y no muy convencida envaine mi espada.

"Atraviésalo", gritaba el Sr. Castor.

Maugrim: Váyanse ahora que pueden y su hermano se va con ustedes.

Susan: Deberíamos escuchar lo que dice Peter.

Maugrim: Es muy lista.

Astrid: No podemos confiar en ellos -le dije a Susan.

Sr. Castor: ¡Mátalo! ¡Mátalo ya!

Maugrim: Por favor, está no es su guerra. Todo lo que mi Reina quiere es que tú y tus hermanos se vayan.

Susan: Sólo porque un hombre de traje rojo te dio una espada no significa que seas un héroe. ¡Deja la espada!

Astrid: Susan, estás acabando con mi paciencia.

Maugrim: ¿Qué prefieres hijo de Adán? No voy a esperar para siempre, y tampoco el río.

"Peter", gritó Lucy. La enorme cascada congelada comenzaba a romperse y pronto el agua nos arrastraría.

Peter: Sosténganse de mi.

Peter levantó su espada y la clavó en el pedazo de hielo sobre el que estábamos, separándole del resto. El hielo de la cascada colapsó y el agua comenzó a fluir. Suerte que los castores pueden nadar. 

El pedazo de hielo que Peter rompió sirvió como un pequeño bote. Fuimos flotando por el río hasta que los castores nos empujaron hacía una orilla. Susan y yo fuimos las primeras en poner un pie en tierra. Miré a Peter y este me miró preocupado. En sus manos estaba el pequeño abrigo que Lucy usaba, pero Lucy no estaba por ninguna parte.

Susan: ¿Qué hiciste? -en su tono de voz se notaba que estaba alterada.

"¡Lucy!", comenzamos a gritar varias veces sin obtener respuesta.

Lucy: ¿Alguien tiene mi abrigo? -dijo saliendo de entre unos arbustos, empapada de pies a cabeza al igual que el resto.

Sr. Castor: No te preocupes cariño, tu hermano no dejará que nada te pase -dijo a la vez que Peter le ponía el abrigo a Lucy.

Sra. Castor: Y yo creo que ya no van a necesitar esos abrigos.

La nieve que estaba sobre los árboles, los arbustos y el verde pasto comenzaba a derretirse y, a la par, los árboles comenzaban a florecer. El invierno estaba llegando a su fin.

Dejamos los abrigos colgados en una rama y seguimos nuestro camino.


NARRADOR.

Jadis, Ginarrbrik y Edmund habían llegado al río congelado, aunque a estás alturas de congelado no tenía nada.

Ginarrbrik: Hace demasiado calor -dijo, consiguiendo una mala mirada por parte de Jadis- Estaré en el trineo.

Maugrim: Majestad, encontramos al traidor.

Maugrim y su manada llegaron junto a Jadis. Uno de los lobos de Maugrim llevaba al zorro entre los dientes.

Maugrim: Incitaba al enemigo en el Bosque Tembloroso.

Jadis: Que agradable sorpresa. Anoche fuiste de gran ayuda para mis lobos. ¿Podrías ayudarme ahora?

Zorro: Perdóneme Majestad -dijo mirando a Edmund.

Jadis: Halagarme no te va a servir.

Zorro: No quiero ser grosero, pero no se lo decía a usted -y miró a Edmund, quien estaba confundido.

Jadis apuntó al zorro con su lanza y habló.

Jadis: ¿A dónde se dirigen los humanos?

Al no obtener respuesta, Jadis iba a convertirlo en piedra.

Edmund: ¡Alto! ¡No lo haga! El castor habló sobre una Mesa de Piedra y que Aslan tiene tropas ahí.

Jadis: ¿Tropas? -el zorro bajó la mirada- Gracias Edmund, es bueno que estas criaturas conozcan la honestidad... -se detuvo un momento- ¡para morir con ella!

Apuntó su lanza al zorro y lo convirtió en piedra. Después miró a Edmund y lo golpeó en el rostro.

Jadis: Piensa de que lado estás, Edmund -dijo tomándolo de los hombros- Conmigo, o con ellos -miró al zorro.

Después se dirigió a los lobos.

Jadis: Adelántense, reúnan a mis súbditos. Si es guerra lo que Aslan quiere, guerra es lo que tendrá.

Una Nueva Aventura (Peter & Astrid) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora