11. La más hermosa.

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—Que bueno que están bien, pero ¿Cómo es que no pudiste hacer nada?  —cuestionó Afrodita, la diosa estaba en su balcón, observando a la humanidad, tratando de imaginarse el rostro de su hijo, ¿Se parecería a ella? ¿O habría heredado los rasgos de Ares?

—Ya habían conseguido la cura para cuando llegué al palacio — explicó Eris detrás suyo, recostada sobre unos almohadones de seda comiendo uvas —Al parecer, Hades y Poseidón les han tomado cariño, sobre todo Poseidón, fue hasta Medusa a conseguir el antídoto, ¿Puedes creerlo?

—Medusa… la mujer más hermosa que pisó la tierra, podía haber tenido a todos los hombres a sus pies pero ella prefería estar en el templo —comentó Afrodita —Ayudar a los pobres, cuidar de los enfermos, no se merecía…

—¿Qué es lo que te sucede? Odiabas a Medusa, tú le tendiste la trampa mortal —interrumpió Eris divertida —¿Desde cuando sientes pena por alguien?

Afrodita volteó para encarar a su invitada, Eris era tan hermosa como peligrosa, no sólo por los poderes de destrucción que tenía, sino por aquella lengua voraz, que con unas pocas palabras podría corromper el corazón de los hombres hasta el punto de armar una guerra.

—¿Nunca te has arrepentido de algo? —preguntó Afrodita curiosa.

—Jamás, nunca, el Olimpo caerá antes de que yo tenga algún arrepentimiento —respondió en burla —De lo único que deberías arrepentirte es de abandonar a tus hijos, no de las cosas que hiciste por vanidad.

El amor dejó brotar unas lágrimas, sus hijos, Hefesto le había negado no sólo su crianza, también se aseguró que no pueda verlos a través de ningún portal o espejo, sólo Eris, su única amiga, era quien le traía noticias de ellos.

—Por cierto, hay algo que va interesarte… —comentó Eris acercándose a la diosa con una pícara sonrisa —La hija mortal de Zeus se ha casado, nada más y nada menos que con el hermano de Agamenón, el rey de Micenas.

—La hermosa Helena se casó, ¿Por qué habría de interesarme? —dijo Afrodita tratando de disimular su molestia, amaba los chismes pero sólo si eran sobre héroes, no sobre mujeres que atentaban contra su estatus de «la más hermosa», su ego no lo soportaría.

—Porque ella es más hermosa que tú —le susurró Eris al oído, dejando salir un humo rojo de sus labios que perpetraron la piel de la diosa, pequeños hilos rojos recorrieron su perfecto rostro hasta llegar a sus ojos para luego desaparecer.

—Nunca habrá mujer más hermosa que yo, es una simple mortal —reprochó Afrodita molesta por la ofensa —Puede volverse gorda, con los años le saldrán arrugas y su belleza morirá.

Eris se deleitaba con su obra, corromper a los demás era un juego que amaba, pero esta vez, tenía una misión que cumplir.

—Quizás, pero tu ausencia en los templos desde que tu marido te encerró, ha causado que los mortales olviden tu belleza Afrodita —siguió Eris con una falsa sonrisa —Empiezan a decir que el rostro Hera es el más hermoso, que sólo tiene comparación con Athenea.

La furia se apoderó de Afrodita, que salió despedida hacia el Olimpo, donde su padre Zeus tenía un banquete, estaban presentes todos los dioses del panteón, excepto Poseidón que se había excusado por tener algo que atender.

Afrodita se acercó a Hera, que estaba sentada en su trono, con un provocador vestido de gasa rosa, su melena dorada adornada con pequeñas flores blancas y sus ojos grises le devolvían la mirada con superioridad. Mientras Athenea estaba parada en medio de los tronos conversando con Zeus, ambos tenían ojos azules casi blancos, una melena dorada y togas en tonos azules, sumidos en una amena charla.

Condenados - #2 Trilogía Redención (PAUSADO)Where stories live. Discover now