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22 años después...

Veintidós años después y Tyler no ha parado de pensar en como hacer para probar su inocencia cuando salga de ahí. Sin las pruebas que había tomado de la habitación de Ángela no tenía como mostrar la validéz de que Ángela es culpable, pero tampoco sabía cómo encontrar algo para inculparla.

—Hamilton, te vas, estás libre has cumplido tu tiempo de condena— dice el oficial Lee.

Sin responder Tyler pasa de estar recostado en la cama a quitarse el uniforme y ponerse la ropa que le pasó el oficial Lee. Saliendo de la cárcel, con 34 años, sin juventud solamente adulto, tendrá que enfrentarse a la vida, buscar un trabajo para mantenerse, una casa segura, y lo más esencial buscarla a ella.

Sin esperarlo al salir encuentra un auto bastante familiar lo cual lo pone a quedarse observandolo. Pasados más o menos unos tres minutos un cuerpo de una mujer es revelado dando a la vista unas curvas y un abdomen plano bien trabajado, pero más de eso, el rostro de la dueña de aquel cuerpo. Mientras se deleita con volver a ver su rostro después de tanto tiempo, este aplaude como si de darle honor fuera, mientras se acerca a paso lento donde se sitúa ella.

—Que bien a quedado tu teatro— dice riendo con burla— tanto que has logrado tu cometido conmigo.

—Oh, querido no se de lo que hablas— dice ella con superioridad claramente desafiándolo.

—Bueno como no sabes de lo que hablo supongo, que tampoco te interesará saber que no hiciste nada como planeaste— dice este quedando unos tres pasos más atrás que ella.

—Si, ya sabes la respuesta a eso— responde restándole importancia.

—Aunque ese papel sabes..... Hmm cómo te lo explico.... Contenía la declaración que tú misma hiciste sobre la muerte de mis padres... Hmm que más, oh sí eso, lo que planeabas hacer con nosotros.

Una sonrisa desvanecida es lo que Ángela le ofrece, al darse cuenta de que realmente no era lo que pensaba. Tyler era el que estaba muerto.

Dando zancadas se acerca a el de manera peligrosa, pero se mantiene a no cometer nada, debido a que aún siguen delante de la puerta de la cárcel y por ende hay vigilancia.

—Hablaremos de eso luego.

—Si, creo que tienes que expresarte por todo lo que hiciste ya que no lo soportaste y lo llevaste a manuscrito— dice pasando por su lado y subiendo al asiento de copiloto en el auto.

Un rostro sin expresión alguna se hace presente en Ángela quien conduce hacia su residencia.

Mentes Psicópatas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora