2. Una taza de café

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—  ¡Joven tweek! — el rubio se alarmó, unas risas se escucharon por lo bajo.

— ¿Si señor Garrison? — el rubio estaba con ojeras notables desde el fondo, se notaba el cansancio en su expresión.

  oficina del director — dijo sin más, no es que Garrison estuviera loco, pero eran ya varias clases en las que se quedaba dormido, notaba el cansancio en los ojos de su alumno.

El rubio camino con sus cosas en mano, era una clase antes del almuerzo y el no había llevado el suyo.

Camino por los pasillos vacíos, su clase no estaba tan lejos de la oficina.

Entro y fijó su mirada al Director PC.

Esperaba una charla grande acerca de lo malo de dormirse a clases.

Así que se sentó, y fingió escucharlo.

Mientras fingía escucharlo, se puso a pensar en su vida.

Sus padres eran tan felices, amaban el café y no se hacían problemas por nada, eran la familia perfecta, su hijo ejemplar en las diferentes áreas, y siempre con una sonrisa.

“Gordo”

Tweek quedó mirando a la nada, aunque sea para otros una insignificante palabra, a él lo consumía.

Miro abajo de nuevo, ayer tampoco había comido, ¿Él siempre habia sido delgado no?

Evitó tomar café, algo que Token y Clyde notaron al instante, uso la excusa que su nutricionista le dijo que dejará de tomarlo.

Tweek pensaba en comida, en café.

Pensaba en la carne condimentada, frita en una sartén con aceite, papas cortadas finamente en cuadrados era bolas de grasas que iban a su boca en busca de hacer engordar su cuerpo.

¿Cómo la gente podía comer eso?

No terminó de fingir escuchar el regaño del director pues se desmayó.

Tweek se levantó en la enfermería, la enfermera le recomendó ir a un médico,  el solo se levantó y salió de la escuela, todos se habían ido.

Últimamente empezaba a sentir más frío,  era algo extraño, el siempre andaba en camisas.

Era miércoles, el trabajaba en la cafetería ese día.

Sus pasos se dirigieron hacia la tan conocida cafetería.

Llegó rápido, vio a sus padres sonreír al verlo, y él les sonrió, sin hacer mención del desmayo.

Tweek, cariño, qué bueno que estés aquí, te estábamos esperando —  dijo la mayor, madre de Tweek, el rubio solo le respondió con una sonrisa.

Fue a la parte trasera de la cafetería a ponerse un delantal para atender.

El olor del café lo mataba lentamente, podía olerlo más con cada paso que daba, la tentación le ganaba.

No, el café engorda, si engordo todo va a empeorar.

Pero el cuerpo de Tweek le pedía, café, café, café.

Y tweek cedió la necesidades.

Se puso el mandil y empezó a preparar un café.

Agua, granos de café, azúcar.....

Tweek no pensaba en nada, no escuchaba nada.

Antes de tomar de la taza el café, lo olió.

Lo olió, y se tomó un sorbo.

Aunque el cafe no engordaba en sí , Tweek estaba algo transtornado por el hecho de no saber si engordaba o no.

El chico temblaba, temblaba demasiado.

Se estaba arrepintiendo, horriblemente.

Se sentía asqueroso, se miraba en el espejo del baño, lloraba, lágrimas que caían en silencio, se tapaba la boca.

Sentía que iba a explotar por esa taza de café.

Un pensamiento extraño paso por su cabeza.

Tweek dejo de lado sus lágrimas y miro la tapa del inodoro.

Lo pensó, pero ya era muy tarde, alzó la tapa del inodoro y dejó caer todo.

Y se sintió bien.

What the f*ck Where stories live. Discover now