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—Pero, ¿a dónde vamos? —preguntó Jungkook, tirando de la mano de Namjoon.

—¿Quién va a venir y nos recogernos? —preguntó TaeTae, rebotando con entusiasmo y tirando de su otra mano.

Namjoon miró entre sus caritas emocionadas e hizo una mueca en su interior. Esta era una idea terrible.

—Un amigo—dijo, eligiendo responderle a TaeTae, ya que no tenía idea de a dónde se dirigían. Presumiblemente a visitar al padre de Kim. Parecía que ambos tenían desacuerdos, por decirlo suavemente, así que Namjoon dudaba que fuera a ser una cálida reunión familiar, incluso sin tomar en cuenta el hecho de que Kim le estaba llevando sólo para molestar a su padre.

Arrastrar a Jungkook y a TaeTae en esto no era una buena idea, pero por otra parte... tres mil dólares. No tendría que preocuparse de los salarios de la señora Lee durante unos cuantos meses.

—¿Es él? ¿Es él? —TaeTae rebotaba poniéndose aún más excitado mientras señalaba al Mercedes negro que había estacionado en el frente del edificio.

—Probablemente—dijo Namjoon—, vamos—tomó su maleta y agarró la mano de TaeTae con su otra mano. Se podía confiar en Jungkook para que se quedara cerca y no corriera a cualquier lugar; En TaeTae no se podía.

Las puertas del Mercedes se abrieron cuando llegaron a él. Namjoon se sorprendió al encontrar que Kim ya tenía instalados asientos de seguridad para niños.

—Oye—le dijo a Kim, sintiéndose torpe y fuera de balance. Nunca supuso que Kim conociera a sus hermanos—Jungkook, Taehyung, saluden al señor Kim.

—¡Yo no soy Taehyung! —dijo TaeTae con un mohín.

Namjoon ocultó su sonrisa de hoyuelos.

—Jungkook, TaeTae, saluden al señor Kim.

—¡Hola, señor Kim! —dijeron juntos y Namjoon sintió una oleada de orgullo. Ellos solo tenían cuatro, pero eran muy inteligentes y hablaban claro. Parecían angelitos, sonriéndole tímidamente al hombre. Cualquier persona con un corazón les hubiera regresado la sonrisa.

Al parecer, no Seokjin Kim. Éste estudió a los niños como si fuesen especímenes de otro planeta antes de asentir débilmente y girar de nuevo hacia Namjoon.

—Consigue ponerlos en sus sillas. Yo pondré tu maleta en el maletero.

Namjoon solo rodó los ojos, preguntándose qué había vuelto a Kim tal monstruo del control. Fue una orden completamente innecesaria. Para el momento en que los niños estaban asegurados en el asiento trasero, Kim había vuelto al asiento del conductor. Namjoon miró a los niños por última vez antes de cerrar la puerta con cuidado y tomar su asiento.

—Antes de irnos, quiero dejar algo claro—dijo Namjoon, bajando la voz para que los niños no pudieran oír—Sé muy poco acerca de tu familia, pero no vas a arrastrar a los niños en tus problemas con tu padre. Si alguien les trata mal, nos iremos. A la mierda el dinero, ¿entiendes?

Kim lo miró por un momento.

—Nadie va a tratarlos mal—dijo antes de inclinarse, agarrando la barbilla de Namjoon y cubriendo sus labios con los suyos.

Namjoon frunció el ceño pues no era ni el momento ni el lugar, pero su profesor le sostenía firmemente por la cara, sus labios fuertes y hambrientos, su lengua profundizando en su boca, seguro y reclamando su propiedad; muy pronto, Namjoon se encontró completamente abrumado por la intensidad del beso. Y continuó y continuó y continuó...

—Namjoon, ¿estás herido?

Con un jadeo, empujó a Kim a distancia y centró su mirada en Jungkook.

Retorcido (JinNam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora