Capítulo 13 | Desbordante pasión

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Fueron tan abrumadoras las sensaciones que me embargaron que me abandoné en ellas

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Fueron tan abrumadoras las sensaciones que me embargaron que me abandoné en ellas. Era momento de pensar en lo que quería, no iba a dejar que mi subconsciente se interpusiera. Haría lo que siempre había querido hacer y dejaría de torturarme con esas tonterías, cosas que prefería olvidar para no hacerme más daño.

Me perdí en su boca consumiendo la mía, solo parando un segundo para poder respirar, pero después reanudando la tarea con más pasión que antes. No había nada en mi cabeza más que David, él abrazándome, él besándome, él acariciándome. Su aliento se mezcló con el mío y me dejó aturdida.

No supe en qué momento comenzó a llover, pero el cielo lloraba, quizá porque estábamos desbordando amor... como el agua, como las gotas de lluvia que caían en la tierra y la empapaban. Uno de sus brazos me cargó, su brazo se cerró férreamente alrededor de mi cintura y me levantó.

Me colgué de su cuello haciendo que nuestros cuerpos chocaran, mis pechos toparon con el suyo, mi cadera encajó con la suya, nuestra ropa mojada solo hacía que los roces fueran más íntimos. Mi cerebro estaba en blanco, no había ningún matiz de lo que minutos atrás había estado, yo era una pieza de su ajedrez y me encantaba serlo. ¿Cómo había vivido tanto tiempo sin beber de sus labios de ese modo? ¿Por qué no me había obligado a besarlo así?

—No puedo pensar —dije una de las veces que nos separamos para llevar aire a nuestros pulmones, mientras caminaba y me conducía, con su cabeza enterrada en mi cabello, hacia el tronco de un árbol.

Dejó besitos en la base de mi cuello, luego sentí cómo su lengua limpiaba las gotas de agua, dando un recorrido por mis poros erizados. Temblé, tuve que apretar sus hombros para no caer desmayada, apretarme más contra él pues mis rodillas estaban débiles. David soltó un gemido ahogado que erizó aún más mi piel, tanto que dolía.

—Yo solo puedo pensar en ti —contestó antes de besarme de nuevo. Sus labios amasaron los míos con voracidad, los sentía duros y seductores queriendo tomar todo de mí. Me estrujó, la madera se pegó a mi espalda, casi al punto de raspar, sin embargo, no me importó. Solté un suspiro, al parecer eso lo descolocó pues aumentó el ritmo.

La copa del árbol nos protegía de la lluvia, ligeras gotitas caían sobre nosotros. Aún había rastros de lodo en nuestros cuerpos, pero eso tampoco me importaba. Podría haber pasado un huracán en aquel instante y yo no me habría despegado ni un poco de él.

Su lengua bailó con la mía siguiendo el ritmo que ambos marcábamos, a veces lento y a veces con urgencia, a veces con osadía y otras con timidez. Me adhería más al árbol, haciendo que nuestras pelvis rozaran, me derretí al sentir cuánto le gustaba nuestro beso. Entonces envolví sus mechones entre mis dedos y los retorcí con suavidad, Dave volvió a gemir.

Nuestros cuerpos se buscaron a un nivel que no comprendo todavía, no encontrábamos cómo adherirlos por completo.

Jamás alguien me había besado como Dave lo hacía, era aterrador y, al mismo tiempo, excitante.

Luz de luciérnaga © (WTC #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora