GANYMEDE

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Tenía la boca seca y la cabeza me daba vueltas, sentía como si me fuera a explotar, pero para ese punto, era lo que menos me importaba.

Mis pies se arrastraban sobre el pavimento, mis ojos no veían nada más que eso. No sabía donde estaba ni tenía interés en hacerlo.

Mi celular vibraba en mi bolsillo hacia ya hace unos... ¿40 minutos? No sé.

No tenía noción del tiempo, ni de nada.
No tenía a dónde ir, no sabía qué hacer.
Nunca sé qué hacer.

Unas luces iluminaron mi camino, alcé mi vista encontrándome con aparatoso letrero de un bar, y sin pensármelo mucho entré en aquel vistoso establecimiento.

Me senté en el primer lugar que vi, y cuando menos me di cuenta, a mi lado ya había una gran pila de botellas y vasos. ¿Es mío?

No supe en que momento pasó, pero lo que si sabía y estaba más que seguro es que en mi vida me había sentido así de bien, así de libre desde que pase la noche con mi hermoso Plutón.

No habían otras noches iguales a esas y jamás las habrán. Jamás se compararán.

Ese día, los grillos no hicieron sus cánticos, la ciudad estaba en silencio a la espera de nosotros.
La Luna nos preparó la más hermosa velada aquella madrugada.

No habrá noche igual que esa. Noche como en esa que Jungkook me hizo sentir la única alma en el mundo; sentí amor por primera vez.

Aquella vez que, en cuanto el Sol por fin nos abandonó, la Luna nos acogió con su esplendor y el amor brotó en nuestro alrededor.

Aquella noche en que Jungkook me enseñó el arte que es amar y que las estrellas si se pueden alcanzar.

Esa noche en que todo olía diferente. Olía a él.

Esa noche.

Esa bendita noche.

pluto, taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora