El Mal Caso de las Píldoras Para el Dolor de Cabeza

116 4 12
                                    

Era una mañana muy alegre en el pueblo de Sosonia. Un joven de 15 años de edad, cabellera negra, mirada del mismo color y piel dorada, abrió los ojos cuando algunos rayos de sol traspasaron la ventana a través de la cortina. Aquel joven, llamado Coletas Velasco, se levantó de la cama, decidido practicar el discurso que tendría que dar una vez reciba el premio de "El mejor atleta de Sosonia", que se celebrará dentro de dos días, en el auditorio.

A pesar de solo haber estado viviendo una semana oficialmente en Sosonia, ya se había ganado aquel título.

Sosonia era un pueblo cuyo terreno es amplio, pero la mayoría está ocupado por bosques; uno de ellos se le conoce como "el Bosque Misterioso". Hay dos montañas, una en el sureste y otra, que está nevada, al noreste, del cual desciende un río que desemboca al lago llamado MC. El pueblo más cercano es Krill, quedando a casi una hora en vehículo. En cambio, la ciudad más cercana queda a dos horas y media.

Mientras Coletas se dirigía a la cocina para prepararse un sándwich, sintió una pequeña pero leve pulsada en su cabeza, tomó un poco de agua pensado que quizá tenía sed. A lo lejos escuchó a Reloj, su pequeño perro dalmata, jugar con uno de sus juguetes, arrastrarlo por el suelo de madera, en cualquier ocasión ésto no sería molesta, sin embargo, podía escuchar el ir y venir del perro arrastrando el juguete. Sus labios dibujaron una mueca. Así que sin pensarlo dos veces, se dirigió hasta la sala donde Reloj jugaba, quien al ver a su dueño comenzó a mover la cola muy feliz y saltó en busca de sus mimos. Coletas lo acarició a la vez que le quitaba el juguete.

—Lo siento, pequeño, pero no estoy con mucho humor.

Al pasar los minutos, aquella primera punzada se volvió un dolor de cabeza. Ni siquiera pudo terminar de comer. Dejó escapar un suspiro y levantándose de la silla se encaminó a buscar alguna pastilla para aminorar el dolor. Para su desgracia, no encontró ninguna. Tendría que bajar al centro, y tan solo pensar en eso, lo desanimó, pero tenía que bajar, así que se alistó para ir a la farmacéutica. Poco antes de cruzar el puente para ir al centro, a lo lejos vio a Hijo acercándose.

—Hola, Coletas, ¿listo para una partida?

Hijo Junior Wills era amigo de Coletas. Su cabello tan oscuro y tez blanca resaltaban sus ojos azules No tienes buen semblante. Inmediatamente Hijo se percató de que su amigo no se encontraba bien cuando negó a la partida.

—Amigo, tú te estás muriendo. Es imposible que niegues una partida de básquetbol. ¿Qué tienes?

—...dolor de cabeza —articuló.

—¿Y no tomaste algo?

—... nada... en casa.

—Bueno, vamos a casa.

Dicho eso, ambos chicos se dirigieron al hogar de los Wills, sin que ninguno de los dos se percatara que había alguien escuchando la conversación, escondido detrás de un arbusto, un joven de diecisiete años.

—¿Escuché bien? ¿Coletas sufre de dolor de cabeza? —Rio malévolamente—. Eso se merece por haberme quitado el título a mejor atleta. Yo, Triple J. de Lizaldy, soy quien desde un principio debió haberse ganado ese trofeo —Cruzó los brazos, sonriendo con satisfacción—. No cabe duda, se ha hecho justicia. Por fin todo Sosonia se dará cuenta que Coletas es un impostor.

Y como si eso hubiera sido la mejor broma jamas dicha, rio como si ni hubiera un mañana mientras bajaba al centro. Mientras tanto, Coletas e Hijo se detuvieron cuando llegaron a la "Donería Braket". El padre de Hijo, Braket Wills, era dueño de una respostería que se dedicaba a vender todo tipo de donas.

—Papá, ¿tienes algo para el dolor de cabeza?

—¿Dolor de cabeza? —inquirió el adulto detrás del mostrador y mirando a los muchachos—. ¿No hay arriba, en casa? Por allí debe haber algo.

Sosonia: Un pueblo singular |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora