1.-Visita fantasmal

3.6K 253 250
                                    

¿Quién dijo que solo el dos de noviembre las almas de los fallecidos pueden manifestarse?

Ni idea, pero aquí tenemos unos cuantos fantasmitas rebeldes reunidos en el techo de la residencia Namikaze... discutiendo porque uno quiere andar bien casual atravesando paredes y saludando a sus familiares.

—¿Acaso quieres asustarlos?— lo miró severo, como si estuviera ordenándole a uno de sus hijos que se esté quieto... algo que jamás necesitó hacer, por cierto.

—Es mi casa.

—Los muertos no tienen propiedades— se cruzó de brazos por la infantil necedad del rubio transparente.

Ante la irracional negativa de Fugaku, Minato solo lo observó aburrido mientras iba descendiendo. Mikoto se rio discretamente ante la rabieta de su esposo al ver a Minato sacándole la lengua antes de perderse de vista su cabeza.

—Es tan infantil.

—Yo creo que es simpático— aludió ella con una sonrisa divertida, sabiendo desde el principio que el muy huraño de Fugaku solo estaba atrasando el propósito de su visita. Absurdo, como si fueran a sentarse a conversar amenamente con Sasuke o Itachi obviando el hecho de que son unas proyecciones traslucidas que atraviesan cosas.

Sí, están demasiado muertos para ser considerados normales a estas alturas.

—¿Y por qué estamos aquí?— miró enfurruñado el terreno Namikaze —Ya es tarde, nos perdimos la graduación... Tal vez ya estén dormidos— susurró con una contradictoria mezcla de enfado y alivio. Miró a su esposa con el ceño fruncido —¿Qué caso tiene estar aquí si ya se durmieron?

—Si cuando estabas vivo te hubieras quejado de esa manera nuestra vida habría sido más divertida... o quizás no tanto— sonrió imaginándose las escenas —Vamos— lo tomó de la mano y empezó a jalarlo hacia abajo —Solo hemos venido a ver cómo están nuestros hijos.

La siguiente vista fue... nada, todo está oscuro.

—Tsk ¿Dónde estamos?

—Creo que es el ático.

Una de la madrugada y hay dos fantasmas perdidos en la casa Namikaze.

Mientras tanto Minato...

El primer lugar que visitó fue su antigua habitación. Quiso usar la puerta como la gente normal, pero ni siquiera pudo tomar el pomo sin provocar un sonido destemplado. No entiende cómo funciona su fantasmal cuerpo, excepto por la parte de los sustos que puede causar y atravesar paredes... así que atravesó la puerta con confianza... esperaba encontrar a su amada Kushina durmiendo a pierna suelta y con ese hermoso cabello enmarañado sobre las almohadas, quizás soltando un poco de baba y uno que otro ronquido, habría sido una hermosa vista para sus ojitos... pero solo se encontró a Kurama durmiendo panza arriba sobre su lecho matrimonial.

Se le pasó por la cabeza despertar al perro por pura maldad, pero alborotarlo alertaría a los demás, si es que todavía están despiertos, y eso solo llevaría a dos posibles situaciones. Que piensen que hay un ladrón en la casa, o que acierten con el fantasma y empiecen a echarle sal a lo loco... o en el peor de los casos que llamen a un exorcista.

Se le estremeció su muerta persona de solo pensar que le saquen carrera de su propia casa por andar haciendo travesuras.

Así que sonrió tranquilo, se alejó de la cama viendo que el perro no se despertaba y atravesó la puerta de nuevo... la madera crujió de forma tenebrosa, y por curiosidad volvió meter la cabeza para ver a Kurama.

El perro lo miraba fijamente, todavía con la panza para arriba.

Cuando Minato sonrió con la intención de saludarlo, el perro gruñó en amenaza.

Una vida juntos.Where stories live. Discover now