Capítulo 1

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- ¡No toques a mi hermano! - Sans que a partir de ese día sería conocido como Rojo por el resto de las personas; quedó estático frente a las escaleras de aquel viejo edificio; sus pequeñas manos temblaban por lo que había hecho, pero ya había sido demasiado, eran años de estar aguantando maltratos, insultos e incluso golpes; ese día había sido la gota que derramó el vaso.

En la planta baja se encontraba la causa de todos sus problemas, aquel hombre que durante años, desde que puede recordar, había sido el tormento para su hermano mayor que se encontraba tirado en el suelo inconsciente, debajo de aquel hombre un charco de sangre tan roja que brillaba aún más con el brillo del atardecer sobre su cuerpo; su hermano había sufrido una enorme herida en su rostro, sangraba, Sans solo había sido víctima de las circunstancias.  Sin embargo, gracias a aquel acto de valentía por el cual ahora se arrepentía y al mismo tiempo se aliviaba,los vecinos le observaron como un monstruo peligroso.

- Paps, ¿Te encuentras bien? ¿Puedes levantarte? - ver el rostro de su hermano mayor le causaba un dolor tan grande que el cuerpo al final de las escaleras le hacía esbozar una sonrisa satisfecha que por segundos desaparecía al sopesar lo que había hecho, pero ese solo era el principio de los problemas.

- Debemos llamar a la policía. 

- No, Paps... no fue tu culpa... yo lo hice... yo... - las lágrimas se aglomeraban en sus ojos, las palabras se le hicieron un nudo en la garganta y no podía expresarse como deseaba.

Papyrus se dirigía al teléfono, a pesar de que no podía caminar adecuadamente y tampoco podía ver de manera clara, la sangre escurría desde su frente, no sabía exactamente el tamaño del daño recibido, pero era necesario, era justo decirle a las autoridades lo que había pasado.  Sans se quedó estático, mirando el suelo y apretando sus manos, no estaba seguro de lo que podría pasarle a su hermano, pues no tenía a nadie más en su familia.  

La madre de ambos había fallecido pocos años después del nacimiento de Sans gracias a una enfermedad sin cura que poco a poco fue desgastando sus defensas hasta el punto que su último recuerdo de ella era verla postrada en la cama, demacrada y débil; sin embargo, siempre mostraba esa sonrisa apacible en sus pequeños labios; pocos meses después del cumpleaños número seis de Sans la madre sucumbió a la enfermedad y terminó sus días recostada en cama con una sonrisa en su rostro.

A partir de ese día comenzó el infierno para ambos hermanos, su padre, aquel respetado científico que para todo tenía una respuesta no pudo salvar a su esposa; comenzó a ahogarse en alcohol, la negación había llegado para atormentarlo, por el tiempo que no le había prestado atención cuando tuvo la oportunidad; se arrepentía por todas las oportunidades que había tenido para pasar con ella y que no aprovechó por las ocupaciones de su trabajo que lo obligaron a trabajar incluso en días feriados, incluso en sus descansos e incluso después de llegar a casa, en plena cena, sonaba su celular y tenía que marcharse para resolver las anomalías de su investigación.

Se había vuelto adicto a la idea de que había sido culpa de su hijo menor, Sans, quien había tenido dificultades al nacer que sinceramente a él no le importaron en primera instancia, cómo saber que lo mismo que afecto directamente al crecimiento de su hijo, sería el culpable de consumir lentamente la salud de su mujer hasta hacerla desaparecer; era algo que se preguntaba todos los días.  Pero ya no importaba, los muertos no regresan a la vida y ahora él se encuentra en el mismo lugar que su amada o por lo menos eso pensó antes de que su visión se volviera completamente negra y el dolor desapareciera.

La policía llegó, una mujer que se presentó con el nombre de Undyne, había arribado en el departamento de los hermanos, Sans estaba sentado en la sala con una manta en su espalda y una taza de té caliente para calmar sus nervios; mientras que Papyrus, el hermano mayor, hablaba con la oficial, habían traído también una ambulancia y al mismo tiempo a la camioneta de servicios forenses para recoger el cuerpo, según los vecinos se escucharon disparos antes de que el hombre cayera por las escaleras y terminara rompiéndose el cuello al caer.

Lo sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora