Capítulo 16

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Honey esperaba en el aeropuerto, era muy probable que Sans no fuera a despedirse de él, pero mantenía la esperanza de volverlo a ver aunque fuera una última vez, posiblemente Papyrus le impidió que fuera o eso quería creer.  Mucha gente le deseo buen vieja y muchos otros le mandaron objetos para que nunca los olvidarán, pero Sans nunca apareció.

Realmente no sabía qué e diría si lo volvería a ver o no, pero quería asegurarse de que los sentimientos que el pequeño le confeso eran reales y hasta que punto lo eran, sabía que una partida no era fácil, pero era más difícil decir no decir adiós a verse por una última vez o así le parecía a él.

Las llamadas por el altavoz anunciaban la partida en pocos minutos, pero Honey se negaba a marcharse hasta no ver al pequeño amor de su vida, porque para él Sans fue muchas cosas, fue el primer niño que le había tocado cuidar con un descuido emocional tan grande; fue la primer persona que no lo trato de manera especial solo por ser un tutor asignado; fue la primer persona que confesó estar enamorado de él de muchas formas, alguien que había invadido no solo sus pensamientos, sino su corazón y su cuerpo; ya que fue Sans la primera persona con la que formalmente tuvo relaciones.

Para Honey, Sans jamás fue un juego, jamás quiso herirlo de la forma en la que lo hizo, tampoco deseaba solo su cuerpo, realmente Honey quería que ambos se volvieran uno para siempre estar juntos, creía que más allá de los prejuicios y las envidias, de los planes en los que se vieron envueltos y las malicias que sufrieron uno estando al lado del otro, el simple hecho de que ambos siguieran con su mente firme afirmando que uno amaba al otro era más que suficiente.

Que cada mañana se levantaran deseando que el contrario estuviera a su lado compartiendo el calor de las sábanas, abrazados, sin necesidad de tener contacto físico, simplemente saboreando la dicha de tener a una persona amada a un lado era más que suficiente; sentir ese vacío en el pecho cada vez que giraban la cabeza y saber que, la silueta que en sus memorias de sueño se encontraba a su lado, mirándolos dormir con una sonrisa en los labios era solo una ilusión.

Saber que debían fingir estar completamente bien en público cuando en realidad lo que deseaban en ese momento era comerse a besos, no por lujuria, sino por la necesidad de sentirse amado, agarrarse las manos por debajo de la mesa para que nadie los descubriera, rozar sus codos, las palmas de las manos para no verse sospechosos.  Por las noches, aquellos días que escapaban de la rutina, dudar si tomar o no la mano del contrario por miedo a que alguien más lo viera y saber que la otra persona piensa lo mismo era algo que llenaba hasta ese momento su existencia.

Maldecía la hora en la que el viejo que se encargaba de cuidar a Berry enfermara, sabía que su pequeño paraíso no dudaría para siempre, pero le hubiera gustado que tan solo le regalara unos cuantos meses más para poder estar a su lado.  El altavoz dio la última llamada para abortar, Honey apretó con fuerza los puños, tal parecía que solo él estaba locamente enamorado de Sans, pero era de esperarse, él con sus casi treintaicinco, enamorado de un niño de no más de dieciséis, era algo que nadie creería, pero pasó; busca nuevamente a Sans por el lugar y al no verlo,  suspira para darse fuerzas, fuerza una sonrisa y se despide una última vez de todos, el avión cierra sus puertas, todo acabó.

Sans resbaló al piso, apoyado contra la columna de cemento a sus espaldas, no podía acercarse a Honey, estaba completamente lleno de gente el lugar, tenía en su pecho un obsequio que deseaba darle cuando se encontrará solo, cosa que nunca ocurrió, sentía vergüenza de solo ver la cara que pondría cuando lo viera que no pudo hacerlo, simplemente se quedó quieto en su lugar, esperando a que todo el mundo se marchara.

Con todos los pasajeros en su lugar y las instrucciones de las azafatas escuchándose en cada uno de los rincones del avión, las turbinas comenzaron a girar, cuando el sonido de los motores se volvió casi insoportable era el sonido que indicaba el inició del final; todo, sonrisas, tristezas, enojos; todo se iba en ese avión a un lugar apartado.

Fue en ese instante que se dio cuenta de que ese sería el final, todos dieron la vuelta dispuestos a irse del lugar, Sans salió con los ojos hinchados bañados en lágrimas, corría lo más rápido que sus cortas piernas le permitían.

- Debí decirle, debí decirle... - Sans trató de actuar de forma madura para Honey, pero ya no podía más, ya no podía mentirse nuevamente, no podía ocultar el dolor que le daba en el pecho cada que pensaba en un futuro sin él en el.

- Soy un estúpido... - limpiaba con desesperación sus ojos, volviéndolos rojos por el roce, una piedra en su camino le hizo tambalearse, pero logró incorporarse sin caer y siguió corriendo.

- ¡Honey! - gritaba con todas sus fuerzas, siendo sus gritos ahogados por el ruido de las turbinas.

- ¡Honey!

- ¡Honey!

- ... no me abandones... - Sans finalmente perdió las fuerzas en sus piernas y cayó de cara al suelo, el avión se despegó del suelo y se marchó hacía el atardecer a un lugar alejado, llevándose con el parte de su tranquilidad y corazón.

Aaron, un joven de piel morena lo observó a la lejanía, incapaz de acercarse a ayudarlo, ver al pobre chico de esa manera le partía el alma, podía escucharse su corazón al romperse; se abraza a sí mismo; ya no puede dejarlo de esa manera, se acerca y lo reconforta por la espalda; Sans está tan cansado que no tiene fuerzas para rechazarlo.

Sans sabía que fue su culpa, sabía que sin importar cuanto se esforzara nada volvería a ser como antes, Honey se había marchado para nunca volver, todo se había arruinado por su decidía, por intentar verse fuerte; sabía a la perfección que no importaba cuántas veces se disculpará a la nada.  Por el amor a todo el universo, Sans había pensado que estarían juntos por siempre y tan confiado estuvo de eso que ni siquiera le pidió su número telefónico, todas las veces que salían llegaba por él; realmente era un idiota.

- Vamos, te llevaré a tu casa. - Aaron le ayudó a incorporarse, sentía que su corazón se oprimía, a dónde se había ido aquel chico de la sonrisa brillante, dónde estaban las bromas que siempre le escuchaba decir; dónde estaba ese terrible sujeto que le hizo frente a un padre abusivo para salvar a su hermano, nada, no quedaba absolutamente nada de ese chico ahora.

Aaron lo llevó a casa, como de costumbre no había nadie, solo la soledad los recibió, llegaron a su habitación y le ayudó a recostarse en su cama, necesitaba descansar, era posible que mañana se encontrara mejor.

- Descansa... verás como mañana te sentirás mucho mejor. - le aseguró forzando una sonrisa, dio la media vuelta y justo antes de dar un paso sintió un pequeño tirón.

- No te vayas... no me abandones... - Aaron giró su rostro sorprendido, cuán roto se encontraba ese chico para pedirle eso; no obstante, Sans estaba tan cansado física y mentalmente que a pesar de repetir esas palabras una y otra vez, ya se encontraba dormido.

- No me iré... aquí me quedaré hasta que te duermas. - acarició la cabeza de Sans para que se confortara, cosa que no pasaría en ese momento, Aaron suspiró, si tan solo Honey supiera lo mucho que Sans lo extraña.

Cuando finalmente se durmió pudo marcharse, con cuidado y cerrando la puerta, para darse cuenta de que su hermano, aquel policía al que todo el mundo temía se encontraba en el marco de la puerta.  Aaron hizo una reverencia antes de cruzar el umbral que custodiaba Papyrus, susurró débilmente un "permiso" y se marchó.  Papyrus tenía mucho tiempo vigilando a su hermano, sabía que ese fumador se marchaba ese día, pero jamás imaginó que Sans actuaría de esa forma; siempre lo consideró un chico fuerte, pero ahora se daba cuenta de que no era así.  Era cuestión de esperar, solo podían hacer eso, esperar.

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Nota: Hola, hace mucho que no me pasaba por aquí... ¿Qué creen? estuve pensando mucho y está historia ya no tiene para más... no digo que este es el último capítulo, pero si el penúltimo.

Así que cuando tenga otra chance vamos a concluir la historia... esto para darle seguimiento al tercer libro que ya lleva un año o más esperando actualización, nunca pensé que me tardaría tanto en actualizar, pero las cosas se me complican una tras otra.

Pero bueno, no los agobio más con mis problemas existenciales, cuídense mucho y nos vemos en el final del libro, muchas gracias a todos. Neko fuera, bye~

Lo sientoWhere stories live. Discover now