Capítulo veintidós: Subir a las nubes y volver a bajar de golpe.

Start from the beginning
                                    

—Alice, déjate de niñerías de una vez. Gautier sólo está intentando ser amable y se ofreció a sacarnos a por algo de diversión en nuestro último día aquí, por lo que, se te agradece, comportarte aunque sea sólo por una noche.

—Pero, es que…

—Pero es que nada —La interrumpió la portavoz del grupo.

Alice resopló enojada.

—Bien —dijo de mala gana—, haré mi mejor esfuerzo, pero no prometo nada.

La miré inflexible.

—Alice… —Pude percibir el tono amenazante en mi propia voz.

Soltó un suspiro frustrado.

—Bueno, bueno ¡prometo no pelearme con ese imbécil por una noche!, ¿felices?

Nath y yo intercambiamos una mirada complacida.

—Mucho —contestamos al unísono.

Alice rodó los ojos, pero no dijo nada más.

—Ahora cuéntame, Danielle —pidió Nathalia, mirándome con coquetería—, ¿qué le ha pasado a Gautier en estos últimos dos años? ¡Con ese aspecto hasta podría violármelo aquí mismo!

—¡Qué asco! —replicó Alice desde su lugar. Y no pude culparla.

No es que no fuese consciente de que mi amigo hubiese conseguido un cuerpo bien trabajado y de la belleza varonil de sus facciones… Pero tampoco era para tanto, Gautier era como un hermano para mí y nunca lo había visto con esos ojos.

Ni siquiera a pesar de su cambio.

—Ha ido al gimnasio —respondí, señalando lo obvio—, y ha crecido. No creo que haya mucha ciencia en eso.

Nathalia me miró fascinada.

—Y qué bien que le han sentado esas cosas —dijo—. Aún recuerdo cuando éramos unos niños y llevaba ese estúpido peinado de medio lado con kilos de gelatina encima, ¿tú te acuerdas de eso, Danielle?, parecía una especie de Nevel Papperman¹.

Alice y yo estallamos en carcajadas.

—Hubiese matado por haberlo conocido en esa época —comentó Alice, con expresión soñadora. Luego nos miró ilusionada—. ¿Una foto de esos años sería mucho pedir?

—Sí, porque no tenemos ninguna —contestó Nath risueña.

Yo asentí, pero no dije nada para evitar soltar una mentira.

En realidad, yo sí tenía una foto de esa época, pero Gautier me había hecho prometer que jamás se las enseñaría a nadie y, como buena amiga que soy, no sería capaz de romper esa promesa.

—¡Danielle! ¡Danielle! —gritó una voz desde la escalera, haciendo que mis primas y yo pegáramos un respingo sobresaltadas.

A los segundos, entró Matt a la sala y se apoyó en el marco de la puerta, respirando dificultosamente.

Supuse que había corrido desde mi habitación, donde estaba haciendo de vago, hasta donde estábamos.

—¿Qué ocurre, Matt? —pregunté poniéndome de pie de un salto, entre confundida y preocupada.

—Ga… Gau… Gautier —dijo de manera entrecortada. Entonces, estabilizó su respiración y habló con normalidad—. Tiene que ser una broma.

Mi preocupación fue en aumento.

—¿Qué pasó con Gautier? ¿Le pasó algo? —interrogué con apuro. Nathalia se había puesto de pie ante la mención de nuestro amigo y hasta Alice lucía un poco preocupada al respecto. Por  muy mal que se llevara con Gautier, sabía que no quería que le pasara algo realmente grave.

Designada ©Where stories live. Discover now