ʟᴀʙɪᴏꜱ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴏꜱ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]

CAPÍTULO 51 ( Frágil marioneta )

Esperaba que su historia con JungKook no acabara igual.

—Le juro que esa historia parece sacada de una novela de ficción.

—Lo sé —asintió HaeJi—, pero fue verdad. Fueron verdad las verdades ocultas, el sufrimiento, el dolor de la gente que amábamos.

—¿TaeYang cierto?

—Nuestro TaeYang... Nuestro hermoso TaeYang sufrió demasiado.

—Es algo realmente sorprendente HaeJi —dijo JiMin desconcertado, siempre con ese pequeño dolor en el pecho—. ¿Cómo superaron esa etapa de sus vidas?

—Miles de terapias y mucho amor. Éramos familia despues de todo —sonrió recordando—. Dicen que el llamado de la sangre...

—Es poderoso y atrae al corazón —interrumpió JiMin terminando la frase.

—¿Conocías la frase?

—No, yo no —respondió JiMin tratando de procesar de dónde le salió aquella frase—, creo que fue mi corazón.

—Tan dulce como siempre... —respondió HaeJi mirándolo con ojos brillosos, quedando hipnotizada—. Y bueno, ahora todos estamos bien y tenemos otro TaeYang que adoramos.

—Espere... ¿tambien tenía un gemelo? —preguntó JiMin escandalizado—, creo que usted me está tomando el pelo Hae Ji.

—No, claro que no —rió con gracia—, ellos tuvieron un bebé y lo llamaron TaeYang.

—Permítame decirle que si yo escribo una novela con su historia, me hago famoso. Le hacemos película, serie, ganamos el óscar y hasta los premios TV y novelas.

—¿Qué son los premios TV y novelas?

—Ni idea, pero YoonGi hyung siempre me dice que soy un dramático y que debería ganar uno de esos premios.

La doctora rió aún más fuerte.

JiMin la miró y conectaron miradas. Almorzaron cómodamente mientras se contaban un poco de sus vidas y luego el rubio fue a dejarla a la clínica. Se despidieron con un abrazo que los conectó de una forma extraña y prometieron volver a verse.

—Recuerda que tienes que venir dentro de una semana a verme JiMin, no lo olvides —comentó la doctora despidiéndose mientras entraba a su trabajo.

—Yo nunca me olvidaría de ti —susurró—. Hae Ji-ssi...

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Cuando JiMin llegó a casa, no encontró a nadie.

Su móvil estaba con la batería baja y lo puso a cargar. Entró a la ducha y salió minutos después. Su corazón aún mantenía ese dolor punzante, pero trató d eno pensar en ello. Imaginó todos los escenarios que viviría de hoy en adelante. Su cuerpo tembló y no pudo evitar llorar. Sabía lo que tenía que hacer ahora, sabía lo que debía decir. Sabía que tenía que escoger.

Aunque todo estaba ya destinado.

Las lágrimas que caían solo podían significar un adiós que no podía evitar. Su pecho volvió a hincar mientras recuerdos en su mente aparecían una tras otro. Su respiración entrecortada y sus lágrimas reprimidas lo ahogaban. Quería gritar fuerte y así poder olvidarse de todo, quería escapar, queria borrar de su corazón los sentimientos que lo hacían caer.

Tenía que decir un maldito adiós.

Se limpió las lágrimas y trató de calmarse. No podía perdet la cordura y darse el paso a la locura. Tenía que respirar calmadamente como siempre lo hacía cuando ya no podía, tenía que cerrar los ojos un instante y pensar calmadamente, pero su mente seguía dando mil vueltas, pues había algo de lo que parecía estar olvidándose. Entonces lo descubrió. Se colocó las pantunflas y salió de su cuarto hacia el que estaba frente a él mientras limpiaba cualquier rastro de debilidad.