Capítulo 3: Bonhomía.

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—Voy a la universidad y trabajo en un restaurante —dijo con una sonrisa. Su suéter negro tapaba su brazo tatuado, pero ella sabía que estaba ahí—. Nos cambiamos porque la universidad y la escuela de Rust quedaba más lejos de nuestro antiguo hogar.

—Admiro a los chicos que trabajan y estudian —la comida empezó y todos se entretuvieron en la charla de los adultos. Hailey notó que Rust en ocasiones tenía la mirada perdida y que Adler le ayudaba a cortar su comida. Parecía como si el niño estuviera muy pequeño y no pudiera cortar su propia comida.

—... y entonces... —su abuela contaba la historia de cómo se había conocido con su esposo. La verdad era que Hailey adoraba esa historia, porque Dina le contó que el día que se conocieron su abuelo la salvo de caer en un charco tomándola de la cintura y que cuando le miró a los ojos fue como encontrar algo que no sabía que buscaba.

Pero James en ese momento tenía novia, e intentó no caer en los encantos de la hermosa castaña, pero cuando menos lo esperó, ya había caído en ellos. Después de decidirse por su abuela, fue y le declaró su amor y ella lo aceptó después de que ahora él la persiguiera.

¿Cómo sería encontrar tu pieza restante? Se preguntó la castaña mientras daba un sorbo a su gaseosa.

Sus ojos viajaron a los del tatuado y se encontraron.


—Bueno, muchas gracias por todo —Griselle y su familia estaban por marcharse. Adler escribía en su celular mientras Rust se despedía de todos—. Me dio mucho gusto conocerlos, esperemos que la próxima invitación sea a nuestro humilde hogar.

—Sería un placer —dijo su abuelo.

—¿Saben? —Griselle llevó su vista a su hijo y de ahí a Hailey—. Adler puede llevar a Hailey en las mañanas, su camioneta está lista y así no se tendrían que ir en autobús, ¿verdad Adler?

—Claro —dijo distraído—. Pasaré por ti a las seis veinte, pecosa.

—Gracias, pero —Hailey se iba a negar cuando su abuelo opinó que era excelente idea. Se despidieron de la familia y la castaña subió a su habitación, en donde hizo una video llamada con Lynn.

—¡Hey, Hall! —Su amiga sonrió a la cámara. A la chica le alegró volver a ver el rostro de su amiga: tenía un rostro circular, con labios medianamente gruesos y ojos medianos oliváceos. Su cabello rojo caía en ondas que siempre se realizaba con la pinza y sus cejas del mismo color de su cabello estaban enarcadas—. ¿Hailey?

—Me alegro mucho de verte, Lynn —susurró. Sintió sus ojos ser invadidos por las lágrimas pero las evitó—. Te he extrañado mucho éste último año.

—Yo también —se habían conocido cuando iban al preescolar—, pero no te pongas triste, sigo siendo la misma niña llorona adicta al picante que quieres.

Hailey sonrió triste; ojalá ella pudiera ser la misma chica de antes.

—Pero cuéntame, ¿qué tal el tercer semestre en la universidad? —Se recargó en su cama con su celular recargado en su almohada.

—Pues se está volviendo muy difícil —Lynn comió una de sus frituras con salsa—. La verdad es que tengo una relación tóxica con mi carrera: a veces la odio tanto que quiero matarla pero a la vez la amo tanto que me enamoro cada día más. Amo el Derecho, pero es tan... complicado.

—Tú amas lo complicado.

—Eso es cierto —su amiga no se había tomado ningún año sabático, había entrado en cuanto se graduó del instituto a la universidad y ya empezaba su tercer semestre en la licenciatura de Derecho.

Durante el último año se habían alejado un poco: Lynn estaba presionada con todo lo que lleva ser universitaria y Hailey se había encerrado en ella misma para poder sanar.

—Pero cuéntame, ¿qué tal psicología? ¿Tus maestros? ¿Algún chico?

—Pues es la primera semana, aun no me siento con el derecho de opinar. Tengo tres maestros hombres y tres mujeres. Llevo cuatro materias de mi carrera y dos de tronco común.

Siguió hablando con su amiga sobre diversos temas: a pesar de la distancia, nunca se quedaban sin tema de conversación.

—... y le dije a Jordan que no quería ir, y se enojó —Jordan era el novio de su amiga desde el instituto. A Hailey le parecía insoportable, por eso nunca quiso convivir con él más de lo necesario.

—¿No te has cansado de él? Es decir... —Lynn estaba callada—... llevan juntos desde los quince años y él es insoportable, ¿cómo lo aguantas?

Ella se quedó callada, sin saber que responder. Al final, cuando Hailey sentía que sus ojos se estaban cerrando por el cansancio, escuchó la respuesta de ella.

—Creo que... creo que por costumbre.


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Hailey, ¿Podrás salvarme?Where stories live. Discover now