¿Era muy malo quemarse?

Estaba segura que no, pero aún así no quería ceder ante Lauren y darle el maldito gusto de ganar esa batalla que ambas habían creado desde la primera conversación que tuvieron, no quería que ella quedara como la ganadora de esto, menos que tuviera la satisfacción de sacárselo en cara. Sabía lo engreida que era la futbolista, que su ego se alimentaba quizás de hacer caer mujeres ante ellas y quizás ella era la que más se había demorado en hacerlo, porque no era una fácil, era Camila Cabello de quien hablamos la más difícil de todas.

Pero también entendía que Lauren no era una hija de puta, no iba a jugar con ella y luego abandonarla, no era ese tipo de mujer, creía en ella, a pesar de que solo fuera sexo entre ambas sabía que no la iba a lastimar menos solo usar, Lauren no era así y eso admiraba de ella desde el primer momento que hablo con esa mujer... aún así no quería ceder, al menos no su mente porque si fuera por su cuerpo estaría de piernas abiertas ante Lauren en esos momentos.

Camila estaba en un lío entre lo que su mente queria y su cuerpo deseaba.

No sabía que juego tomar con Lauren, como ganar en todos los sentidos con ella. Pero principalmente como no dejarla a ella como la gran ganadora, no iba a ser posible.

Le cae muy mal, más ahora cuando la hacía tener dilemas principales.

-¿Está es tu casa princesita?.- Lauren hablo una vez que llegaron al estacionamiento.

-No, la robe y la estoy usando.- dice ironía. -Idiota.- murmuro.

-Quizás uno nunca sabe lo que hacen los hijos de los políticos.- Lauren bromea riendo. -¿Me vas a abrir la puerta?,- cuestiona.

-¡No! Tu deberías abrirme a mi.- le dice y luego se dio cuenta de lo mal que sonó eso.

-¿Quieres que te la abra?.- dijo Lauren entre risas, Camila la golpeó en el brazo.

-¡Me refiero a la puerta idiota!,- le exclamó. -¡Me caes mal!.- le dice.

-Esta bien princesita, pero tú eres la dueña de casa y yo soy tu invitada, pero bueno.- Lauren se bajo del auto girando por delante del auto para abrirle la puerta a la morena. -Puede ir a su castillo princesita.- le dice y Camila la empujó.

-Esperó que el príncipe sea alguien atractivo y no idiotas, porque últimamente me llueven empezando por ti.- le señala, Lauren sacó su su bolso junto con el Sushi riendo.

-Su novio tucán quiere venir a combatir con el dragón y sus poderes de nariz espada.- bromea y Camila rodó los ojos.

-No seas idiota, ojalá el dragón lo mate para que deje de hinchar, pero no quiero seguir acordándome de él, me fastidia.- le pide.

Lauren le encontró toda la razón.

-Apoyó eso.- Le dice con una sonrisa. -Quiero conocer tu casa.- Camila soltó un suspiro caminando a la puerta.

Cuando ambas entraron Lauren miro a su alrededor con una sonrisa, era una casa hermosa, no gigante pero si lo suficiente como para vivir solo una persona. Miro algunos cuadros y el sofá cómodo en la sala, junto con una hermosa cocina, era todo súper elegante y sofisticado, no era moderno pero tampoco muy antiguo, estaba todo muy lindo a decir verdad, se sentía acogedor. Dejó su bolso en el armario que Camila le indicó para llevar el Sushi a la cocina no sin antes caminar unos pasos más atrás disfrutando la vista del cuerpo de la morena, era un gran privilegio.

-¡No me mires el culo!.- Camila le grito lanzándole un cubo de hielo, Lauren río por lo bajo.

-Eso si lo lamento, no debía hacerlo.- dice sincera arrepintiéndose, tampoco le faltaría el respeto de esa manera. -Solo fue inevitable pero lo lamento.- le dice.

El Poder. CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora