—Prefiero no decirte, pero para calmarte, fueron cosas buenas. Tal vez algún día podría presentarlos adecuadamente, tiene ganas de conocerte pero como no somos novios... —carraspea luego de haber puesto exageradamente énfasis en la palabra "novios"—. No hay presión, ya sabes.

Me quedo en silencio. Dejo la sartén limpia a un costado y me giro a enfrentarlo de brazos cruzados. Liam está bastante ocupado formando el circulo perfecto de mezcla que no se da cuenta qué tan fijamente lo estoy observando.

—¿Vas a arrastrar ese tema hasta el día de nuestra boda? —le pregunto en un tono irónico.

Liam suelta una carcajada.

—Le contaré esta historia a nuestros hijos.

Ahora soy yo la que ríe.

—Si va a dejarte más tranquilo que seamos novios a medias, lo seamos —hablo y me alzo de hombros. Antes de que pueda decir algo, aclaro mi garganta—. Liam Hamilton, ¿quieres ser mi novio a medias?

Frunce el ceño incrédulo.

—Joder, ¿quieres más dramatismo? ¿qué te lleve de paseo en un globo aerostático y te lo pida con las estrellas de testigo?

—Qué chistosa. Si así lo quieres, está bien. Seamos novios a medias, pero ¿qué demonios significa eso?

—Que eres mi novio, pero no tanto. Así que, si quiero estar con otro chico, puedo hacerlo.

—Enserio, Meyer. ¿Nunca pensaste en hacer tu propio show de stand up?

—No, mi talento queda solo para mí —chasqueo mi lengua y alzo mi plato de huevos revueltos. Me siento en la mesa—. Olvidé el café, ¿quieres traerme uno, amorcito?

—Deja de burlarte o voy a ponerle veneno para ratas al café.

Me río. Cruzo mis piernas sobre la silla. Liam vuelve luego de cinco minutos con dos tazas de café humeantes y... dos platos con panqueques calientes y esponjosos. No dice nada cuando deja uno a mi frente, acomoda todo en la mesa, la salsa de chocolate, de jarabe de caramelo, frutas y chispas de chocolate. No voy a mentir, huele bien. La masa recién echa, el olor a esencia de vainilla y el ligero aroma a chocolate. Le doy un sorbo en mi café. De repente, los huevos fríos que tengo al lado me resultan insignificantes.

—¿Cómo quieres decorarlos? —me pregunta Liam al sentarse a mi frente con una expresión divertida.

—Con nada —carraspeo y vuelvo a beber café.

—Tú te lo pierdes —aclara cuando se encoge de hombros y pasa a ponerle jarabe a sus panqueques y fresas. Finalmente, deja unas cuantas chispas de chocolate—. ¿Qué quieres hacer hoy? Tienes que aprovecharme, me voy esta noche.

Resoplo y quito mi mirada del plato. Liam tiene razón, se irá esta noche a Cambridge y quién sabe cuándo volverá.  Siento que estos dos días fueron un jodido parpadeo de ojos, necesito mucho más tiempo para empezar a aprovecharlo.

Hablamos —entre discusiones y burlas— sobre qué podríamos hacer hoy. Los dos acoramos en quedarnos hasta el almuerzo en casa y luego ir en auto hacia la playa para pasar un día de picnic. No al agua, porque aún hace frío pero para tener buenas vistas.


***


Las gotas de agua chocando mi parabrisas me dificultan la vista por lo que conduzco lento. Me frustra conducir lento, me hace sentir como si nunca más llegara al aeropuerto. Aunque pensándolo bien, quizás sea buena idea. ¿por qué Aggie tuvo que tener el vuelo que sale más tarde y no él?

Gruño cuando nos toca la luz roja después de haber esperado años para que los autos avancen.

—¿No piensas decirme a qué universidad vas a ir? —inquiere Liam esperanzador ante sacarme información sobre el único tema del que todavía no hablo con él.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Where stories live. Discover now