—¿De que te ríes?—Pregunta sin borrar su sonrisa, continúo apretando mis labios—Es verdad y mentiría si digo que no estoy pensando en hacerte mía justo ahora, estoy muriendo sin ti.

—Las hormonas están afectándote el cerebro—Es lo único que digo, Nate da un par de pasos hasta estar a tan sólo centímetros de mi, mi cuerpo comienza a elevar su temperatura y se inquieta con rapidez, también estoy muriendo sin ti.

—¿Me vas a negar que no piensas en nosotros? ¿No mueres por sentirme dentro de ti? ¿No mueres por sentirme rozando tu piel?—Pregunta, no puedo verlo pero sé que continúa acercándose por la forma en la ahora soy capaz de percibir su cálida respiración, mis ojos están solamente en los suyos, su color gris ha desaparecido casi por completo, su pupila está dilatada —Intenta negarlo, Sophia.

—Lo niego rotundamente —Miento, es más que obvio que lo he pensado cada segundo, mi mente se ha podrido desde que estamos juntos de ese modo, recordar su torso desnudo, sus músculos tensados bajo su piel, la calidez de sus labios en mi cuerpo, todo en él me hace perder la razón.

—Mientes—asegura mientras entrecierra sus ojos un poco.

—Ésta mañana estabas romántico y ahora estás en modo Christian Grey ¿Acaso has estado viendo porno?—Alzó mi ceja, Nate suelta una carcajada y niega lentamente.

—No, no lo he hecho pero pienso en nosotros todo el tiempo que es casi lo mismo —responde encogiendo sus hombros, relame sus labios mientras continúa acortando la distancia que nos separa. Los débiles rayos de sol lo golpean en el rostro, su cabello luce castaño con pequeños destellos dorados, normalmente su cabello luce muy oscuro pero con el sol luce castaño, luce lindo y me hace querer besarlo todo el resto del día.

—¿Esto es tu plan? Endulzarme el oído con tus sucias palabras sabiendo que me encantan para lograr llevarme a la cama y que todo sea como antes, eres astuto —le sonrío, él ríe.

—¿Está funcionando?.

—Para nada—niego.

—Está funcionando, lo sé —Susurra, se acerca y sus labios rozan los míos causando resequedad en mi garganta, paso saliva con dificultad, quiero retroceder e irme pero no puedo hacerlo, mi cuerpo reacciona al suyo con tanta perfección que soy incapaz de tener el control de ello—Bésame.

Nuestros los labios están tocándose sin embargo no se sienten del todo, sentir sus labios tan cerca y tan lejos me enloquece como nadie es capaz de imaginar. Nate eleva de una de sus manos y la coloca en mi nuca, sólo basta un centímetro para que nuestros labios se mezclen por completo y cuando me empuja hacia él, toco el cielo.

Toca mis labios con una delicada presión, él se separa de mi y me mira a los ojos.

—Dejemos de pretender que estamos mejor por separado, ignora todo, toma mi mano y volvámonos locos juntos, sólo tú, yo y un par de pecados más —Es lo único que dice antes de que yo lo tome está vez y lo bese de nuevo. Él responde al instante, muevo mi cabeza hacia un lado para darle acceso al interior de mi boca, Nate me toma de la cintura y me pega a su cuerpo.

Extrañaba tanto poder besarlo y sentir su cuerpo junto al mío, saber que pertenecemos sólo a nosotros y nadie podrá cambiarlo.

Hemos intentado huir de este sentimiento un par de veces pero ¿Cómo podemos huir de un sentimiento cuando estamos tan aferrados a él? Desde el primer momento en que conocimos el paraíso que somos capaces de crear juntos simplemente dejamos de huir de nosotros mismos y nos dimos cuenta que quizás en esta vida y en la otra estábamos destinados a estar juntos.

Pero a la misma vez, estamos asustados de que quizás no sea así pero estamos dispuestos a averiguarlo.

Ambos nos separamos cuando sentimos esa falta de oxígeno que suele arruinarlo todo. Tomamos aire y nos besamos de nuevo.

Sin ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora