Capítulo 3

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Suelto un suspiro cuando el auto de Noah se detiene frente a mi casa. Ambos se giran poniendo sus ojos en mi.

Bueno finalmente el reloj de mi muñeca marca las 6:05 de la tarde, aún me queda tiempo para continuar mis tan amadas lecturas, a decir verdad no creí que me la pasaría tan bien con Noah y Emma pero así fue, hablamos sobre nuestro pasado, Emma nació en un pequeño pueblo al sur de Inglaterra y se mudo a está ciudad a la edad a los 11 años cuando su mamá se casó con su ahora esposo, sus padres se divorciaron cuando ella tenía 5 años, sin embargo no es tema complicado para ella ya que mantiene una buena relación con su padre y con su padrastro, desde entonces vive aquí y ahora tiene un hermano pequeño pero he olvidado su nombre.

Con Noah es distinto, él nació justo aquí y ha vivido aquí toda su vida, él no planea dejar este país ya que su vida entera pertenece a este lugar y no estaría dispuesto a irse pero que si le gustaría viajar por el mundo para conocer diferentes culturas que le parecen fascinantes. En cuanto a ellos, se conocieron justo en el primer año de secundaria y desde entonces han estado juntos, además de que viven cerca así que siempre han estado muy unidos.

—¿Es aquí?— pregunta Emma curiosa.

Ella se voltea desde el asiento donde se encuentra.

—Si, aquí es y gracias me la pase muy bien — le sonrío a ambos.

Me acerco más a la puerta, iba a abrirla pero la voz de Emma me detiene.

—También nosotros, deberíamos hacerlo más seguido, ¿Vas con nosotros mañana?—preguntó la castaña, sonriendo.

—Claro, me encantaría — asiento al igual que ellos— Bien, los veo mañana, adiós.

—Adiós, Sophia — Noah se despide y después salgo del auto cerrando la puerta dirigiéndome a la entrada de mi casa, abro la puerta de mi casa dejando mi mochila en el suelo al igual que mi abrigo.

—Mamá, ya llegué — aviso fuertemente.

Por lo que veo mamá ha encendido la calefacción porqué la casa tiene una temperatura perfecta que me envolvió en segundos, froto mis manos para poder calentarlas un poco.

—Estoy en la cocina, cielo — me grita desde lejos, camino hasta ella observando como cocina algo —¿Cómo te fue?.

Está cocinando de nuevo, mamá está obsesionada con la cocina y debo confesar que se le da demasiado bien, su comida es exquisita y ni hablar cuando hace esos deliciosos postres.

—Fue complicado al inicio pero no me quejo —me encojo en hombros restándole importancia.

—¿Hiciste nuevos amigos?— pregunta dándome una corta mirada.

—Si, son geniales, tal vez vaya mañana con ellos otra vez —Le comento sentándome en la silla.

—Bueno, es mejor que estar todo el día encerrada en tu habitación leyendo libros perdiendo el tiempo — río.

— Mamá, leer no es perder el tiempo, es perder la inocencia — respondo, ella me miró con el ceño fruncido.

—¿Perdón? ¿Qué dijiste?— preguntó confusa.

Comienzo a reír.

—Olvídalo mamá, son cosas de jóvenes, no comprendes —ella abre sus boca ofendida, sonrío ante su gesto.

—Más respeto, señorita —me señala —Yo también fui joven y ¿Sabes algo? Yo era toda una rebelde, salía con muchos chicos, me la pasaba en fiestas, usaba ropa corta y así conocí a tu padre y a los nueve meses naciste tú.

—¡Mamaaa! — abro mis ojos sorprendida.

—Era un adolescente, me gustaba vivir la vida a lo grande, no era un bicho raro como tú que prefiere estar leyendo a conocer chicos, conocer personas nuevas — se burla.

Sin ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora