- ¡Su padre ya sabía en donde se metía y no va a agradecerles que hagan las cosas más difíciles para la Orden! – replicó Sirius tan furioso como los gemelos - ¡ésta es la situación y por eso no pertenecen a la Orden! ¡Ustedes no lo entienden, pero hay cosas por las que vale la pena morir!

- ¡Sirius! – exclamó Isadora en voz baja, viendo que él había ignorado su anterior sutil intento de hacer que se calme.

- ¡Qué fácil es decir eso estando encerrado aquí! – le espetó Fred - ¡Yo no veo que tú arriesgues mucho el pellejo!

- ¡Bueno, ya es suficiente, ustedes tres! – gritó Isadora. Le lanzó una mirada de advertencia a Fred, quien desvió la vista hacia un lado con frustración y luego otra a Sirius, quien estaba blanco y miraba a Fred como si quisiese abofetearlo – No es la manera – le murmuró – Remus, ¿te importaría colaborar?

Remus se plantó de frente a los cuatro Weasley y su tono de voz fue definitivamente más amigable que el de Sirius.

- Miren, ya sabemos que es difícil, pero sólo debemos fingir que no sabemos nada por un rato. No vamos a estar esperando mucho más tiempo. Además, ¿Qué podríamos hacer nosotros al respecto? En el hospital van a cuidar bien de él.

Fred y George seguían enojados pero ya no discutían, y Ginny se sentó en la silla más cercana. Ron miró a Harry y se encogió de hombros, ambos se sentaron también.

- Así me gusta – dijo Sirius alentándolos – Bueno, vamos a,... vamos a beber algo mientras esperamos ¡accio cerveza de mantequilla! – ocho botellas se acercaron volando a ellos y se deslizaron sobre la mesa.

Tuvieron la madrugada más larga de sus vidas, nadie decía una palabra y el único sonido que se escuchaba era el crepitar del fuego en la chimenea. Sirius sugirió a los menores que fuesen a acostarse pero la invitación no fue muy bien recibida. Habían terminado la primera ronda de cervezas cuando de un fogonazo en el aire apareció Fawkes con un mensaje para los Weasley de parte de su madre, la cual apareció en Grimmauld Place alrededor de las cinco de la mañana, muy pálida y exhausta. Todos saltaron de sus sillas, Molly forzó una frágil sonrisa.

- Se pondrá bien – afirmó –. Ahora duerme. Más tarde podremos ir a verlo. Bill está con él ahora.

Fred se desplomó en la silla, George y Ginny se pusieron de pie, fueron corriendo hacia su madre y la abrazaron. Ron soltó una risotada y tomó un trago de cerveza de mantequilla.

- ¡A desayunar! – dijo Sirius en voz alta y con regocijo mientras se levantaba -. ¿Dónde ese maldito elfo doméstico? ¡KREACHER! – Isadora y Remus, que estaban con los ojos entrecerrados por el sueño, pegaron un salto al escuchar el grito de Sirius. Kreacher no acudió a la llamada. – Bueno, da lo mismo – murmuró, y se puso a contar las personas que tenía delante -. A ver, desayuno para... nueve...

Harry fue el primero en ayudar a Sirius y luego se sumaron Isadora y Remus. Éste último estaba quemando las tostadas con éxito cuando Molly se acercó para hablar con Sirius.

- Oh, Sirius, te lo agradezco muchísimo... dicen que tendrá que quedarse un tiempo, y sería maravilloso estar cerca de él... aunque eso quizá signifique que tengamos que pasar Navidades aquí.

- ¡Cuantos más, mejor! – exclamó Sirius con una sinceridad tan evidente que Molly lo miró sonriendo.

Sirius salió de la habitación con Harry; Isadora y Remus intercambiaron una sonrisa.

- La última vez que estuvo de tan buen humor fue cuando le hicimos una cena por su cumpleaños y te quedaste casi una semana en Grimmauld Place – comentó Remus.

- Ya sabes que le encanta que la casa esté llena de gente, y más siendo que no puede ni asomarse a la calle... Oye, ¿Qué te parece si tú preparas el té y yo las cosas sólidas? – propuso Isadora.

- Qué sutil. Para que sepas, soy perfectamente capaz de preparar un desayuno.

Una sartén comenzó a despedir un humo negro y espeso. Fred la quitó del fuego antes que Remus.

- Creo que el tocino ya está bien dorado - lo molestó Fred quitando la carne chamuscada de la sartén.

- ¡Oh mira!, justo como a mí me gusta – agregó George

- Ah, sí, es tocino al carbón. La especialidad de Remus.

- Muy graciosos los tres. – dijo Remus sonriendo – solo por eso no hay más chocolate caliente de madrugada, Isadora.

En ese momento Sirius volvió a entrar a la cocina con Harry.

- Desayuna y luego ve a descansar – le dijo – lo necesitas – Harry asintió sin ganas – Ustedes dos también deberían dormir algo – les habló a Isadora y Remus.

- Si, amo Sirius – respondieron ellos dos.

Uno a uno todos quienes estaban en Grimmauld Place dejaron la cocina para ir a sus respectivas habitaciones a descansar.

A Isadora le parecía extraño que la casa estuviese tan llena de gente, pero era una sensación muy agradable saber que había alguien detrás de cada puerta mientras subía las escaleras hasta la habitación de Sirius.

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¡Hola!, he vuelto :D

Hoy les dejo un sabroso maratón de tres capítulos, sé que no parece mucho, considerando que no actualizo desde principio de año, pero al menos quedaron bastante largos los caps. 
PD 1: No olviden las gentiles estrellitas al final de cada capítulo. 
 PD 2: Muchas pero muchas gracias por todos sus comentarios, me encanta leerles. ♥
PD 3: cambié mi foto y la portada de la novela, ¿qué opinan?

Rose 🌹

Sirius Black: el velo de la muerte¹Where stories live. Discover now