Aguamenti

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El resto de la semana Isa se dedicó a resolver la enorme pila de tareas que tenía junto a Alaric, ya que era el único amigo que iba en el mismo año que ella.

Cuatro días después de haber enviado la carta a sus padres, recibió una respuesta concisa y pobre comparada con las extensas cartas que solía redactarle su madre.

Las semanas pasaron sin incidentes y todos de repente recobraban el entusiasmo, las charlas sobre desapariciones y muertes parecían lejanas. A su vez la mayoría de los alumnos habían ampliado sus habilidades en duelo considerablemente. Una de las clases en las que Isadora se enfrentó a Alaric logró un hechizo desilusionador tan potente que apenas se veía como un movimiento leve del aire que desaparecía por completo cuando ella se quedaba quieta.

Luego de la cena de pascuas Dumbledore informó que al fin de ciclo se haría una cena de gala para despedir a la promoción de egresados de ese año. Los alumnos supusieron que se debía a reciente ola de tranquilidad originada por el descenso de malas noticias y al cabo de unos días todos los estudiantes de quinto en adelante se encontraban muy emocionados buscando con quien ir. Isadora a veces pensaba que Albus Dumbledore poseía alguna especie de complejo de Cupido.

Ella por su parte no podía estar menos emocionada. Pues la única persona con la que verdaderamente hubiese querido ir estaba la mitad del tiempo "ocupada" con Arielle Reed que era prácticamente su sombra, aunque a juzgar por la expresión de Sirius no le quedaba alternativa, ya que Arielle podía llegar a ser absorbente.

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- No lo entiendo, Canuto – Soltó Remus, entre confundido y exasperado mientras los cuatro amigos esperaban a Lily e Isadora con una gran cantidad de dulces de pascua - ¿Qué haces con Arielle?, creí que te sucedía algo con Sky.

- ¡Claro que me sucede!, ¡no es mi culpa!, no voy a ser grosero con Arielle... Aunque viéndolo por otro lado, podría ayudar a sacármela de la cabeza, ahora que al parecer está todo el día con Alaric – Dijo la última palabra con desdén. James soltó una risotada.

- Así que tienes competencia, con que Sirius Black se siente desafiado... - Se burló.

- Opino que son amigos, pero si te interesa puedo preguntar – ofreció Remus – Lo que sea con tal que dejes de actuar como un bobalicón enajenado cada vez que la ves.

- Olvídalo, Lunático. – Respondió Sirius de mala gana. James rodó los ojos – Deja de hacerme caras, ya lo dejó en claro ella, considera que no sirvo para las relaciones. Si es feliz como está, yo también. – James le dio una cachetada en la nuca.

- ¡Oye!

- Te lo merecías – lo defendió Remus. – Invítala a la fiesta de egreso. – Al parecer captó la atención de Sirius, pues dejó de jugar repentinamente con los envoltorios de las ranas de chocolate, pero enseguida retomó la actividad.

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Isadora y Lily entraron en la habitación de los merodeadores, los cuatro se quedaron en silencio al verlas pasar por el umbral de la puerta.

- ¿Qué sucede? – Preguntó Lily.

- Nada – Dijeron los cuatro al unísono demasiado apresurados por responder. Ambas se miraron, obviamente hablaban de algo que ellas no podían saber, algún "secreto de chicos".

- Como digan – respondió Isadora, Sirius se arrimó a Remus para dejarle lugar a ella en la ronda que formaban en el suelo de piedra alfombrado y James dejó lugar a Lily, a quien saludó con un pequeño beso en los labios. En el centro del círculo había una gran pila de dulces que tenían recolectados, los cuales habían sido enviados por los padres de algunos de ellos. Sin esperar mucho más Peter fue el primero agarrar una gran cantidad de dulces, seguido de Remus que tomó dos huevos de chocolate; Sirius les propinó algunos manotazos tratando de apartarlos.

- ¡Brutos! – soltó, y a continuación le tendió tímidamente a Isa uno de sus chocolates favoritos, luego miró a Lily invitándola a tomar algo del montón. Peter, Remus y James lo miraban como si hubiese dicho que quería amigarse con Severus Snape.

Al final sólo quedaba una caja de grageas de todos los sabores, se estaban divirtiendo mucho tratando de averiguar a qué sabían, hasta que Remus probó una gragea con sabor a callos, lo cual hizo que desapareciera de la habitación en dirección a los baños. Cuando por fin pudieron dejar de reírse a carcajadas del desdichado hombre lobo, James fue el primero en hablar.

- ¡Esta vez les gané, fui el primero en conseguir pareja! – comentó petulante.

- ¿Ah, sí?, ¿Quién? – inquirió Lily, su novio arrugó la frente y los demás no pudieron evitar reírse, finalmente James tuvo que invitar a Lily formalmente, quién sólo lo hizo para molestarlo.

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Remus volvió con la piel de una coloración verduzca y una expresión muy cómica.

- ¡Fue lo más asqueroso que comí en mi vida y una vez probé un pastel hecho por Sirius! – exclamó. El pelinegro se enseñó su dedo medio.

- He mejorado, en caso que no lo sepas – comentó haciéndose el ofendido. Isadora no pudo evitar enternecerse y sonreír.

Cuando ambas muchachas informaron que ya era hora de marchar a sus habitaciones, Sirius no pudo evitar pensar en invitarla, como Remus había dicho. Se acercó a ella intentando que su particular perfume, el cual era una exquisita mezcla de vainilla, flores muy dulces y notas amaderadas, no le hiciera olvidar en dónde se encontraba. Tomó una gran bocanada de aire llenando sus pulmones con ese aroma. Y se acobardó.

- Buenas noches – la saludó, ella lo imitó y se perdió de vista junto con Lily, en dirección a las habitaciones de las chicas, <<¿Qué demonios fue eso?>>, pensó él.

- Eso fue patético – Opinó Lupin metiéndose en la cama, Sirius lo miró desconcertado y James golpeó, otra vez, a éste último en la coronilla con un rollo de pergaminos, mientras Peter se reía.

- ¡¡Oye!! – exclamó exasperado frotándose la cabeza – ¡Ya se les está haciendo costumbre!

- Lo siento, pero hazlo antes que alguien se adelante. – se disculpó James – Y yo que creía que de los cuatro eras el mejor con las chicas.

- Eso era antes, cuando no estaba enamorado de su amiga – comentó Remus.

Quiso replicarle a Remus lo último que éste dijo, pero no se le ocurrió cómo, ya que era indiscutiblemente cierto y no pudo evitar sentirse ridículo y hasta algo cobarde.

Y es que lo cierto era que, aunque ninguno de los dos quisiera admitirlo, cuando se saludaban, cuando reían, cuando estaban muy cerca el uno del otro, cuando se rozaban y más que nada cuando no podían evitar mirarse profundamente a los ojos durante todo el tiempo que se estuviesen dirigiendo la palabra, aunque no se dieran cuenta, generaban descargas en el otro, las cuales eran percibidas por los demás, era casi como si juntos generaran estática.

Él pasó esa semana con los otros tres merodeadores, pensando en si debía decirle o no, pero no sólo lo de la invitación, sino que sus deseos de confesarle cuánto la quería también se incrementaban con los días y los sentimientos lo agobiaban cuando estaba cerca de ella y que esa semana haya habido luna llena no ayudaba, pues implicaba pasar la noche con ella en la misma habitación.

Sirius Black: el velo de la muerte¹Where stories live. Discover now