Prólogo

340 12 2
                                    

Dead

Esto sí que es una mierda. No me refiero a esa mierda fácil, o no claro que no. Estoy hablando de esa mierda que no tienes ni idea de cómo zafarte.

—Ahí tienes al nuevo —dije mientras lanzaba al nuevo imbécil hacia Cat.

—No por favor, les juro que he sido bueno, no he hecho nada malo, necesito otra oportunidad —rogó el hombre, era un viejo gordo y calvó, piel morena, tal vez entre sus cincuenta, quién sabe hacía mucho tiempo que dejó de interesarme la edad de las personas,  andaba una de esas camisetas de mierda que parecían uniformes en ellos, si de esas que tienen horribles colores mezclados y son de botones, de las que no se molestan en abrochar el último maldito botón como si fuera agradable ver el asqueroso vello en el pecho, todo rizado y... ¡Ugggh! No, no vayas ahí Dead sabes que no quieres. Además  olía asquerosamente mal, como a una sobre carga de alcohol barato, sus dientes dejaban claro que fumaba tabaco y... sniff sniff...  Sino me equivoco, y no creo que lo haga porque soy malditamente buena en esto, cocaína. Sip, el imbécil murió de sobredosis, malditos humanos estúpidos.  —Si mira cerdito, nosotras no damos el tiempo, solo cumplimos lo que el Viejo allá arriba nos dice y según él tu reloj de arena llegó a su fin, y según su secretaria te ganaste un ticket todo pago al infierno, así que sí... ¡Felicidades! 

Y en cinco... cuatro... tres... dos... uno... 

Ahí estaban las lágrimas ¡GENIAL! como si no hubiese sido una mierda cargar todo su peso hasta aquí, ahora empezaba su llanto y desesperación... 

—OH DIOS MÍO NOOOOOOOOO, TIENE QUE HABER MÁS TIEMPO, TIENEN QUE DARME OTRA OPORTUNIDAD NO QUIERO IR AL INFIERNO.

—Mira viejo, no es TAN malo más como que estás sobre actuando, habla con Cat, ella te lo confirmará.

—Eeehh... si... Mmmmhhh... No es tan malo... tienen... tienen... el fuego y... y... si... al menos es cálido —Dice Cat con una sonrisa de consuelo, ahora solo tenía que abrir esas malditas puertas y empujarlo y si no quería yo lo haría estaba harta de esto, lo odiaba demasiado y solo me estaba atrasando con el otro encargo—. Cat abre las puertas de una buena vez —dije mi voz un poco enojada, pero que podía hacer estaba cansada y aún me faltaban diez antes de poder “descansar”

—OH DIOS NOOOOO—se hizo lanzado de rodillas—, PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS...—Oh no puede ser, otro más que lo intentaba.

 —Así no funciona hombre, eso tenías que hacerlo antes de tu sentencia, ahora no te servirá de nada.

Cat materializó a las gemelas y blandiéndolas por fin abrió las puertas, su cara lo decía todo. Odiaba tanto esto como yo. El gordo lloró y se orinó en sus pantalones cuando abrimos las puertas, no podía culparlo, nadie quería siquiera ver dentro de esas puertas. Cat lo empujo dentro de ellas y las cerró antes de que algo pudiese salir. 

—Si bueno, este no estuvo tan mal —dijo Cat, llamando mi atención, alce mi cráneo hacia ella. Cabello de un color rosa eléctrico, recogidos en dos moños en la parte de arriba de su cabeza, la hacían parecer de esos humanos con cultura oriental que sabía mucho de artes marciales y eso... Lo amarraba así porque le encantaba esa cultura, su uniforme lo había alterado para que pareciera  un kimono pero igual había mantenido los pantalones para que le fuera fácil luchar,  piel no era blanca pero tampoco se podía llamar morena era algo más como en medio, sus  ojos de un rojo cereza en una cara en forma de corazón con labios delgados de un rosa pálido, me sonreí como si estuviese alentándome, era delgada, como muy delgada, todos los que se habían enfrentado a ella, tratando pasar por las puertas del infierno pensaron que iba a ser sencillo... Se equivocaron.

 —Esto es una mierda Cat, es una verdadera mierda... Y estoy cansada de hacerlo.

—¿Qué hizo este? —dijo mientras desmaterializaba a las gemelas, las cuchillas que salían de su piel por encima de los nudillos, eran tres en cada mano y tenían unos buenos cincuenta y cinco centímetros. Eran delgadas, afiladas como la mierda y en curva parecían garras, por eso le había puesto Cat. Manejarlas era un infierno, nunca pude hacerlo. Si hubiese podido, tendría el trabajo de Cat y no el que tengo. No es como que fuera mejor, pero al menos ella no tenía que andar por el mundo jalando almas.

—Era un proxeneta, hizo lo de siempre, prostituir a chicas que no querían prostituirse, tráfico de drogas y creo que al final estaba traficando órganos o personas o algo...

—¿Se lo merecía creo?

—Nosotras no juzgamos Cat solo seguimos ordenes.

—¿Te gustaría tener el trabajo de Marcus? —Marcus... Hacía mucho tiempo que no lo veía... Y esperaba no volver a verlo.

—¿Te gustaría tener el trabajo de Gaynder? —pregunté volviendo a mi forma natural, ya no más calavera para mí, también lo admito, estaba evitando la pregunta que me hizo, porque maldita sea, puede que quisiese ese trabajo, pero El Viejo no “tenía planeado eso para mí” sus palabras, no las mías, yo había alegado por mi cargo hace unos cientos de años, cuando estaba empezando a cansarme de toda esta mierda y él solo me había dicho que “no tenía tiempo para discutir el asunto y que la verdad él no tenía en sus planes eso para mí” molesto ¿No?

—Sabes que sí, te lo dije y te dije que planeaba decírselo al Anciano pero nunca tiene tiempo —Lo sabía, me lo había dicho, pasa el mismo infierno—.  Y ¿Qué es lo que tanto hace? Si los ángeles hacemos todo su trabajo, ya lo quisiera ver si nosotros no “tuviésemos tiempo” para hacer nuestro trabajo— dijo imitando la voz del Viejo y con una mueca... Un momento... Cat me había dado una idea.

—Tienes razón Cat ¿Y si ninguna de las dos pasamos más este infierno? —dije pensando en voz alta. 

— ¿Qué?

—Que tienes razón Cat, qué si nosotros no tuviésemos tiempo para hacer lo que hacemos, que si pudiésemos escaparnos, El Viejo está ocupado, no va a ir a buscarnos.

—¿De qué rayos estás hablando Dead? —dijo viéndome con cara de “¿Qué demonios?”  Pero yo sabía muy bien de qué estaba hablando, de hecho. Me había decidido en cuestión de segundos... Me largaría de aquí esta noche...

Dead Is Not deadWhere stories live. Discover now