Ⅴ┊Boy with Luv

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Kirishima Eijirō tenía, ciertamente, varias formas de pasar el tiempo. O eso decía.

Jugaba RPG, veía partidos de baseball y sumo en las noches, hacía maratón de Harry Potter con Mina los sábados y acosaba a un chico rubio de lunes a viernes a las seis de la tarde (si tenía mala suerte, a veces solo los miércoles).

¡Pero, eh, Eijirō le tenía una justificación a su extraño hábito! Claro que sí.

Aquel chico que interpretaba a Liszt con ímpetu poseía una presencia tan varonil y embriagadora que Kirishima, cual crítico de arte, solo atinaba a quedarse bien quieto, escuchando hasta la última nota de la pieza.

No pudo evitarlo la primera vez que lo escuchó.

Fue buscando una pequeña pelota que bateada con fuerza por él mismo paró cercana a la ventana de una, suponía -porque aquella era una secundaria que no conocía por dentro- debido a los instrumentos que de reojo pudo apreciar y escuchar, sala de música.

Cuando recogió la bola y se dispuso a marchar, las rápidas notas hicieron que debiera agudizar el oído. Tal vez estuvo por cosa de segundos u horas quieto, apreciando semejante arte, solo supo que el grito de uno de sus compañeros lo hizo volver a la realidad y correr lejos de ahí.

La segunda vez fue acompañando a Mina a ver a un crush que tenía por aquella época.

El chico estudiaba en esa escuela, específicamente en el aula Ⅲ-C, al lado de esa sala de música -porque sí, las vueltas que hizo para buscar al susodicho lo ayudaron a conocer los pasillos y aulas tan bien como los de su propia secundaria.

Entonces, mientras Ashido hablaba, él la esperaba peligrosamente cerca de la puerta.

Se apoyó en la pared, lanzando miradas de reojo al interior de la habitación, intentando no ser descubierto por el o la intérprete.

Vislumbró una mata puntiaguda de cabello rubio que con brazos algo tonificados tocaba impetuosamente notas -teclas al azar aleatorias para Eijirō- graves, aunque de vez en cuando la pieza tomaba tintes agudos. Movía sus dedos con gran velocidad y destreza y el pie derecho, por alguna razón, no paraba de pisar una especie de pedal en el piano.

Aquel chico... Era muy atractivo.

-¡Kiri! Nos vamos.

El grito de Mina sacó un respingo en Eijirō, que por miedo a que aquel muchacho interrumpiera la canción para ver qué estaba causando jaleo afuera, trotó hasta donde estaba la pelirrosa y con rapidez los guió a la salida.

La tercera vez ya no fue una coincidencia.

Eijirō quedaba con sus amigos para jugar béisbol en la cancha de aquella secundaria -porque la de la suya estaba siendo ocupada por muchachos un curso inferior que entrenaban para el campeonato- y, cuando estos se iban, él se quedaba a las afueras del aula, escuchando la música salir por las ventanas.

Dependiendo del humor del chico pianista, el pelirrojo podía pasar horas -literalmente- sentando en la tierra, apoyando su espalda en la fría pared, con las fantasías de alguna vez intercambiar palabras con el rubio.

Recuerda en especial una vez en que su tío lo reprendió al llegar a las nueve de la noche a la casa.

Ese día parecía haber sido especialmente malo para el músico, pues llegó a su cita con el instrumento dos horas más tarde. Kirishima notó lo alterado que estaba, no solo por la agresividad con la que tocaba -a ese punto, Eijirō casi que podía oír sus dedos golpeando las teclas-, los portazos y los objetos -que supuso eran libros o cosas de poco valor- siendo tirados con furia al suelo, sino también por el lenguaje furioso que empleó al hablar con una mujer por teléfono.

❝ Heart a la mode ❞┊KIRIBAKUWhere stories live. Discover now