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Cada día era la misma cosa. Ella parecía no entender con palabras ni por mucho que la encerraran en los calabozos. Para su suerte, el de cabellos rojos era quien debía encargarse de la joven ya que al final nadie deseaba tener nada que ver con ella.

Por más de era menor de edad, ella era bastante problemática con su actitud rebelde. Típica niña que busca llamar la atención causando alborotos tontos, aunque ya tiene diecisiete años, aún seguía comportándose así: como una niña.

—________, por favor deja de molestar a la pobre señora -regañó el oficial de cabellos rojos.

—Señorita —corrió la mujer, algo ofendida.

—S-Sí... Señorita —repitió mirando a la joven que mantenía una mirada desinteresada—. _________ es mejor que te disculpes con-

—¿Señorita? —preguntó burlona la joven interrumpiendo al oficial—. No creo que esa sea la palabra correcta para referirse a alguien de su edad.

—¡¿Qué has dicho?!

La mujer comenzó a ponerse roja por el comentario y de paso amenazante fue acercándose a la menor. Alzó la mano con intención de golpear su mejilla, pero el golpe nunca llegó.

—Será mejor que no haga eso.

Kirishima sostenía la mano de la mujer que iba a golpearla. Él la miraba serio hasta que se soltó del mayor y molesta comenzó a refunfuñar.

—Más le vale hacer algo con ella, porque la próxima no pienso llamar a la policía.

La mujer de entre cuarenta y picos años, se dio vuelta con aires de grandeza para abandonar la oficina. Cuando ella se fue, Kirishima frunció levemente el ceño y soltó un suspiro de frustración.

—Hombre... ¿Por qué sigues haciendo estas cosas? —preguntó llevándose sus dedos para masajear su frente—. Hay asuntos más importantes que hacer en este lugar como para lidiar con tus juegos.

—¡Esa vieja es una pesada! —exclamó levantándose del asiento en donde se mantenía—. Solo estaba en la vereda con mis amigos y ella se puso histérica porque: "istidis vindilis istin insiciindi li vidiri di mi cisi".

Kirishima hizo una mueca mientras oía imitar a la mujer de hace unos momentos y solo pudo negar con la cabeza.

—¿Y no pudiste simplemente darle el gusto e irte para evitar todo esto?

—¿¡Por qué debería hacer eso!? ¡La vereda es pública! —se defendió cruzándose de brazos—. Solo es una vieja amargada. ¿Viste como te veía hace rato? Se nota que te tenía ganas.

—¡Hombre! ¡No digas esas cosas! —exclamó con una pequeña mueca de desagrado y nerviosismo—. Como sea, intenta no acercarte a ella.

—Sí, sí. Lo tendré en cuenta —respondió oyendo suspirar a Kirishima—. Bien llévame ya al calabozo —dijo alzando las manos hacia él.

Él nuevamente suspiró.

—En serio, que haré contigo —murmuró sonriendo a lo bajo mientras se acercaba a ella—. Será mejor que te vayas antes de que llegue el jefe.

—¿Eh? ¿Qué? —preguntó confusa—. ¿No me encerraras?

—Solo fue una pequeña discusión, además el jefe no está. Se que la celda no es comoda así que, ¿por qué no?

Se quedó inmóvil mirando al mayor que sostenía una pequeña sonrisa en sus labios. Y la distancia que los separaba se acortó un poco más, por un momento su corazón se alteró más de la cuenta por lo que sus mejillas, sin poder evitarlo, se sonrojaron, mas él solo levantó una de sus manos y lo colocó sobre su cabeza en un gesto de palmaditas.

Kirishima escenarios.Where stories live. Discover now