Kirishima escenarios.

7

Ibas caminando por los pasillos, intentando en lo mínimo posible llamar la atención. Pero por alguna razón, aquello era imposible.

Cuando pasabas, podías observarlos mirarte. Los chicos sonriendo y a tu parecer con burla, mientras que las chicas cuchicheaban entre ellas, siendo exageradamente obvias.

Sin aguantar más, fuiste lo más rápido posible al baño, que para tu suerte estaba vacío.

Suspiraste profundamente en varias ocasiones, caminando a paso lento hasta llegar al espejo. Una de tus manos fue subiendo a tu rostro, viendo aquellas manchas sonrosadas que adornaban en tu piel.

Tus dedos fueron recorriendo cada una de ellas, yendo de tu frente a tus ojos y luego bajando a los brazos.

Llena de ellas.

Eras de una forma, única y hermosa.

Lastima que tú no lo considerabas así.

Exhalaste nuevamente abriendo la llave del grifo, dejando que el agua corra,  después llevándola a tu rostro para refrescarte.

Observante como el líquido se iba escapando en el agujero del lavado. Sintiendo de nuevo tu vista borrosa.

Nuevamente con tus manos juntas, dejaste en ellas llenar el agua para mojar tu cara, una y otra vez. De alguna forma intentando limpiar aquello que tenías en el rostro.

¿Por qué no te aceptas?

Eres hermosa.

¿Por qué no lo entiendes?

Cerraste la corriente de aire, intentando regular la acelerada respiración que tenías. Poco a poco logrando llegar a la calma.

Te secaste el rostro y por última vez te miraste al espejo.

—Te odio... —susurraste antes de salir.

A paso lento, siendo acompañada del crepúsculo, no podías despegar tu mirada del suelo. De nuevo había sido otro día horrible.

De todo lo que podría haber sucedido, tenía que suceder aquello de empujar a el chico que te gustaba, haciendo que su comida caiga al suelo, cuando todos estaban comiendo.

Él no había dicho nada y solo te miró sorprendido, es como si apenas se diera cuenta de tu existencia, lo que causo que te sintieras más miserable.

Una sonrisa en conjunto de una pequeña carcajada se escapó de ti, tal vez ya te estabas volviendo loca.

—¿Qué? Y ahora aparecerá detrás de mí, como en las películas ¿No? —en juego, giraste riendo.

Pero te quedaste inmóvil al verlo parado frente a ti, con una mirada confundida.

—Eh... Yo...

Por los nervios, tu primera acción fue salir corriendo sin más.

Dejando al chico aún más confundido, pero no por mucho tiempo al notar que te estaba persiguiendo.

—Creo que ya lo perdí... —Miraste el camino por donde viniste, escondida detrás de una pared.

—Hombre, deberías mejor participar en las carreras olímpicas.

Un pequeño grito se soltó desde tu garganta, girando a ver a aquel chico que intentaba obtener más aire de lo cansado que estaba.

—¿Qu... Qué quieres? —preguntaste temerosa, dando unos pasos hacia atrás—. Si es por la comida, lo siento mucho.

—¿Eh? Tranquila. —Se levantó más animado, acompañado con una sonrisa— Sé que fue un accidente.

—Oh... Entonces me alegro que lo entiendas —Sonreíste levemente mirando al suelo, sin evitar que tus mejillas se sonrojaran, así como también tu corazón se alborotara. El chico que te gusta, estaba hablando contigo.

—¿Hum? —Bajo la mirada extrañado para lograr ver mejor tu rostro.

En ello te alejaste más de él, tapando tu rostro con tus manos. En un acto de autodefensa.

—¿Qué sucede?

—No... No me veas, no veas mi rostro...

—¿Por qué? —preguntó más serio.

—Soy horrible... —susurraste a lo bajo.

Escuchaste como el comenzó a reír.

—¿Qué es lo que te parece gracioso? —reclamaste molesta.

—De lo que acabas de decir —poco a poco se fue calmando y de nuevo colocó en el, una dulce sonrisa— Tú eres hermosa.

—No mientas...

—No lo hago. Eres hermosa.

“Para mí, siempre serás hermosa.”