Parte 3

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–Ya te dije que no sé de qué hablas. Soy una persona, ¡un humano normal! Yo no puedo hacer esa... cosa que hiciste tú.

–Pero escuchaste mi llamado.

–¿El canto?

–Era un aullido a la Luna, llamaba a mi destinado –La suave voz del chico le envolvió y quiso volver a lanzarse contra sus labios.

–No sé qué pasó. Yo estaba en mi casa, con mi familia, y de pronto, ese canto –Hablaba a prisa, confundido y exaltado pero su cuerpo volvía a estremecerse cada vez que percibía el aroma del alto –No tengo idea de cómo llegué a la mitad del bosque, esto seguro que está a kilómetros de mi hogar y...

–Estás mojado... ¿cómo te llamas?

–... Eso no es asunto tuyo, ninguna de ambas cosas –Avergonzado y tirando de su suéter para esconder su entrepierna, bajó la vista con intenciones de mirar al suelo pero se encontró a sí mismo recorriendo el cuerpo del otro abriendo un poco más los ojos al notar la otra erección –¡¿Por qué demonios estás duro?!

–Es tu culpa, dime tu nombre –Los pasos del hombre lobo hicieron a Taemin retroceder hasta verse acorralado contra la pared.

–No me hagas daño, por favor, no quiero morir –Podía sentir el intenso calor proviniendo del otro cuerpo y jadeó del susto al ver una de esas rudas manos acercarse a él.

–No lo haré. Dime tu nombre y cierra los ojos.

–Tae... min. Mi nombre es Lee Taemin –el más bajo cerró los ojos con tal fuerza que ardieron, pero una caricia en su mejilla le hizo tener una visión, la de un lobo blanco poniéndose en pie con dificultad –¡Ah! ¡¿qué fue eso?!

–Tranquilo, tú no eres un humano, Taemin –El hombre de ojos rojos le invitó a mirarle a la cara, volviendo a sonreírle con ternura –No sé por qué piensas que eres uno, tú eres un lobo, como yo.

–Para con los disparates y aléjate. Yo no...

–Y estás en tu celo. Debe ser difícil no poder controlarlo sin supresores, ¿cómo lo hiciste todo este tiempo? Masturbarte por días debió ser doloroso para tu cuerpo.

–¿De qué hablas? –Eso sí que había llamado la atención del rubio.

–Te mostraré que eres un lobo, como yo. Aunque no sé mucho de omegas, en el celo tu cuerpo se siente caliente, duele por todos lados, sudas, estás duro casi todo el día y apenas puedes dormir. Tu trasero se dilata y ruegas por tener una dura polla jodiéndote todo el día. Y esa humedad –Señaló a los pantalones cada vez más pegajosos –Es exclusiva de lobos. Los humanos varones no se mojan.

–Eso... –Taemin intentó cubrirse mejor, pero lo que el muchacho decía era cierto y él lo había descubierto con videos para adultos, del género gay, pero al fin y al cabo lo sabía. En los videos los hombres necesitaban lubricante, pero él no. El líquido espeso que salía de su cuerpo era suficiente para usar sus dedos o el juguete que guardaba bajo su cama –Pero...

–Escuché que cuando un alfa llama a su omega, éstos ven una línea que les guía a su destinado... dime, ¿de qué color era la línea que viste?

–Calla, yo no soy como tú.

–Entonces muéstrame tu polla –La gruesa voz del moreno hizo temblar al más bajo.

–¿Qué dices? –El rubor se extendió por todo su rostro.

–El pene de los humanos es distinto al nuestro y lo sabes. No importa si eres grande o pequeño, seguro tu miembro se parece más a esto... –Y con total descaro el musculoso hombre alzó un poco su remera, mientras la otra mano abría sus pantalones para dejar al descubierto su erección.

Lo que Taemin vio le hizo tragar grueso, el tipo estaba en lo correcto. Su miembro no se parecía en nada al de los humanos, cosa que también descubrió gracias a internet. Él era similar al excitado hombre lobo frente a él y no perdió detalle. La carne era ligeramente más rojiza del tono de piel ajeno, no había testículos como tal sino un realce redondo en la base del pene, la punta era delgada pero conforme el tipo se masajeaba, iba tomando una forma más grande, larga y gruesa, porque sí, el hombre se estaba masturbando frente a él.
El aroma se intensificó haciendo que Taemin se tambaleara y terminara aferrado a la ropa superior del otro preguntándose por qué tenía esa gigantesca necesidad de lamer esa cosa mounstrosa.

–¿Seguirás sufriendo con tu celo? ¿No me pedirás que te folle? –Susurró en el oído del menudo chico.

–Que te jodan, yo no soy...

–Te duele aún más porque estás encerrando a tu lobo. Te ayudaré a dejarlo salir –El hombre detuvo sus caricias y retrocedió haciendo caer al menor.

–Escúchame, no soy un lobo, ¡no soy un mounstro!

Ante él el lobo volvió a surgir, dando pasos silenciosos hasta él, quedando tan cerca que su aliento chocó contra el rostro del temeroso chico.

Mi lobo Blanco [2min]Where stories live. Discover now