Capítulo 1

9.8K 363 192
                                    

Capítulo 1 :

| Días interesantes |

"El olor metálico de la sangre me concedió unos momentos de lucidez. Sentí la dureza del metal atravesar mis entrañas, hundiéndose cada vez más en mi interior. A duras penas logré captar sombras en constante agitación, y se escuchaban voces lejanas que no pude distinguir o entender.

Con pesadez, giré la cabeza ligeramente y enfoqué mi borrosa vista, posándola en una figura que me sujetaba por los hombros.

Era un chico.

Un chico de ojos negros.

Gritaba frases indescriptibles con desesperación en ellas, sin embargo lo único que escuchaba era ruido.

Los oídos me pitaban intensamente. Sentía dolorosas punzadas en el cráneo y el corazón palpitaba exaltado en mi pecho; a pesar de todo, reuní fuerzas de alguna parte con el fin de entender lo que decía...

...Los apurados golpes en la puerta de mi habitación fueron suficiente ruido para transportarme a la realidad, pero no para evitar que permaneciera estática en la cama. Cuando fui consciente de que era un ser humano y tenía que levantarme si no quería que mi dulce madre viniera enfadada a hacerlo ella misma (y creerme, no es recomendable), recordé que día era : Miércoles.

Para mí, cualquier día que me impidiera pasarme la mañana durmiendo era horrible.

—Solo 5 minutos más, mamáa—supliqué.

—Tienes cinco segundos antes de que entre en la habitación, Raquel—amenazó.

No fue la amenaza en sí lo que me hizo saltar fuera de la cama, sino el chanclazo que me esperaría en caso de no hacerlo. Era un verdadero crimen que tuviera que separarme de las suaves y atractivas sábanas, pero no tenía otra opción; mi integridad física estaba en juego.

Con mucha fuerza de voluntad mañanera, obligué a mi cuerpo a ducharse y me vestí lo más cómoda posible. Mi madre solía afirmar (la mayoría de las veces acompañada por un resoplido) que si por mí fuera, llevaría acabo mi vida social dentro de un pijama. Y no se equivocaba.

En ese tiempo todavía no había acabado la secundaria, y a mis desesperantes catorce años de vida, once meses, y ocho días aún me veía obligada a asistir a esa masa de aburrimiento que popularmente conocíamos (y aborrecíamos) como escuela.

En fin. Me observé en el espejo antes de salir por la puerta. Las ojeras me dieron los buenos días a través del reflejo, decorando la parte inferior de mis ojos castaños, como si de un mapache se tratase, aunque no le daba la importancia suficiente.

Baje por las escaleras con la tranquilidad de un oso despertando después de un largo invierno y me senté en la mesa a la vez que saludaba a la mujer que hablaba animadamente por teléfono. Disponía de unos minutos para desayunar, los cuales aproveché debidamente para hincharme a tostadas con mermelada acompañadas de mi principal fuente de energía: el café. Una vez satisfecha, me despedí de mi madre y salí de casa.

Por suerte o por desgracia, era el último día de colegio de ese curso escolar, y francamente me era tan indiferente como si fuera el primero. De camino a clase me encontré con mi mejor amiga Elisa, una de las pocas personas capaces de soportarme por más de quince minutos seguidos.

—Buenos días—saludé— ¿Emocionada por el último día de tortura?

—Tan emocionada como un preso a punto de pasar por el corredor de la muerte—dijo con evidente sarcasmo.

—No lo dudo—respondí acompañada de unas risas de parte de ella.

Elisa Mackey Santos era una chica que aparentaba ser bastante normal hasta que pasaban los primeros cinco segundos, porque en realidad era una cabra irlandesa hiperactiva. Sus ojos verdes, la palidez de su piel, los tonos rojizos de su castaña cabellera y su ligero acento anglosajón delataban sin lugar a dudas que no era española; al menos no del todo. Pero al igual que yo, tenía pocos amigos y un sentido del humor muy bizarro.

𝘌𝘭 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘥𝘦 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘯𝘦𝘨𝘳𝘰𝘴 |Nico di Angelo| [Book #1] ✔Where stories live. Discover now