Capítulo 3.

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Recomendación del día: No te acerques a los clones.

Al parecer pertenecer al linaje alienigena es algo que se lleva en la sangre por algún antepasado que pidió o ganó la bendición.

La bendición te otorga alguna habilidad de esa persona, puedes elegirla o dejarla a la suerte. Esta bendición se te da cuando ayudas de alguna forma a esa persona. Lo malo es que son difíciles de conseguir y una vez la recibes le debes completa fidelidad al alienigena en lo que sea que te ordene para el resto de tu vida. Lo muy malo es que tu descendencia también la tiene, por ende, no tienes control sobre tu propia vida y pasas inmediatamente a ser parte del Linaje.

Febo insiste en que pertenezco al linaje de Blaire, una de sus hermanas. Su insistencia se basa en mi habilidad para leer los ojos de la gente, yo insisto en que es algo que yo misma hice nacer.

Blaire es la alienigena especializada en la lectura humana, los logros y algo de la magia. Febo dice que no suele pasarse mucho por la casa. Bien por mi, no quiero que ninguna loca alienigena decida qué
demonios debo hacer con mi futuro.

- Entonces-comencé mientras caminaba a un lado de Febo por el estacionamiento del instituto-¿Los alienigenas son inmortales?.

- Pet, no somos alienigenas-dijo él mientras cerraba la cremallera de su chaqueta violeta.

- ¿Inmortales si?.

- Mucho menos-negó.

- Dijiste que si adoptabas una forma en base a tu verdadera edad te volverías polvo, eso se llama inmortalidad-Febo negó con su cabeza haciendo mover sus pequeños rizos.

- No podemos morir de forma natural porque nuestros cuerpos no envejecen ni se enferman, pero si alguien nos intenta asesinar, lo lograría.

- ¡Pero tienen esos poderes que deberían salvarlos de toda esa idiotez de la muerte!.

- Y lo hacen, siempre que estemos atentos-Aseguró.

- ¿Y cómo sabes que así funciona esto?, digo, ¿Cómo sabes que sólo mueren si son asesinados?.

- Eres muy curiosa cuando no estás insultando-rió divertido, mi cara debía parecer ya a la de algún perro gruñón, Febo pareció no notarlo o ignorarlo muy bien ya que continuó caminando por el estacionamiento.

- Entonces volvamos a la parte de los alienigenas. ¿Qué tipo eres?.

- No soy alienigena, Pet-insistió mientras bordeaba una camioneta roja con muchos años grabados en la vieja pintura. Metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón y exhaló-Soy el tipo del reloj, básicamente-dijo.

- Debe ser bonito no tener errores pasados-rodé los ojos al tiempo en que él chasqueaba la lengua.

- No te equivoques, tengo muchos. No uso mis habilidades a menos que sea en un caso extremo.

- Eso suena aburrido.

- Sólo quiero ser alguien normal, si usara mis habilidades para enmendar mis errores, dejaría de ser alguien normal.

Me frené en mi lugar y me giré en su dirección. Febo pareció notarlo ya que también miró en mi
dirección, con un viejo mercedes entre medio de ambos.

- ¿Por qué querrías ser alguien normal cuando todos querrían ser tú?.

- ¿Por qué alizar tu cabello cuando a todos les encanta rizado?.

- Es una maraña.

- Es una tortura.

Si bien ambos teníamos razón, me costaba creer que Febo quisiera ser normal teniendo esas
habilidades. Cualquier otro en su lugar le sacaría el mayor provecho. Podía controlar el reloj a voluntad, detener el tiempo, viajar a cualquier época, incluso evitar grandes tragedias. Pero Febo no lo quería, no quería nada de eso, quería ser tan ordinario como cualquier humano. Simplemente no podía comprenderlo.

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