Capítulo 22: Epílogo Segunda parte

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– ¡Feliz Cumpleaños! – exclamó de nuevo.

– El más feliz de todos, porque te tengo a ti, eres mi mejor regalo.

– Tú también lo fuiste para mí el año pasado, por cierto, ¿cómo festejaste el tuyo hace un año?

– Comí con mi familia y en la noche salí con Leila y unos amigos a un bar.

Esa noche... ¿no estuviste libre? – preguntó tomando un trozo de piña.

No, los cumpleaños son para pasarlos con las personas queridas.

– Hay algunas excepciones, el mío lo pasé con un desconocido y después se convirtió en la persona más amada.

Ana, júrame que nunca olvidarás la noche en que nos conocimos.

– Te lo juro, aunque no es necesario, la recuerdo constantemente, esa y todas las noches que hemos compartido juntos.

– ¿Tienes alguna favorita? – cuestioné curioso.

– Sí, varias, la de la playa encabeza la lista – respondió muy segura.

– ¿Y puedo saber cuáles son las demás?

– Cuando comimos en el hotel, aun siendo desconocidos, la primera vez que te quedaste en mi departamento y cuando yo me quedé en el tuyo después de nuestro período de celibato, ¿y cuáles son tus favoritas?

– Coincidimos casi en todas, yo agregaría la de Las Vegas, en la cocina y la noche que llovió, la primera que me quede a dormir contigo, aunque tú no te hayas dado cuenta.

De pronto mi celular sonó y Anastasia me lo pasó, era un mensaje de Leila que enseguida leí.

– ¿Por qué pones esa cara cariño? – preguntó Anastasia mirándome.

Leila me felicita y me avisa que está en Oregón con... su novio.

–Christian, ya supéralo, Jack la adora y ella a él, ¿no te da gusto que tu amiga sea feliz?

– Sí, pero...

No hay peros que valgan Christian, si yo no le guardo rencor, tú tampoco debes hacerlo, él es un buen hombre, al menos trabaja y no es un vividor bisexual que la está utilizando, la ama de verdad.

– Tienes razón, además es mi cumpleaños y no debo amargarme por eso.

Anastasia me movió la cabeza. Seguimos desayunando y después nos bañamos juntos, nos vestimos y pasamos el día en un parque de diversiones. Recibí llamadas de toda mi familia felicitándome, mis padres se encontraban en una isla en Brasil, Mia y Santiago estaban en París en una convención sobre moda, Elliot y Angela estaban en Miami, ya que ella debía reposar porque le faltaba como un mes para dar a luz, así que la única persona que estaba conmigo era mi Anastasia, no necesitaba a nadie más, aunque la verdad sí echaba de menos a mi familia, sería el primer cumpleaños alejado de ellos.

Regresamos a mi departamento cuando empezaba a anochecer, me dijo que me cambiara porque iríamos a cenar a un restaurante. Cuando estuve listo me pidió irnos en su coche, yo la había enseñado a manejar y acababa de comprarse un Toyota. Me sorprendió que llegáramos a su departamento y me argumentó que ahí tenía mi regalo, así que bajamos del auto y subimos por el ascensor. En cuanto entramos y encendió la luz se escucharon varias voces que gritaron Feliz Cumpleaños y me quedé sorprendido al ver ahí a toda mi familia y a Leila, entre otros amigos de la universidad y de mi trabajo, volteé a ver a Anastasia y me abrazó entusiasmada, al oído me susurró sorpresa.

Después me fueron abrazando uno por uno, mi madre, mi padre, Mia, Elliot, Santiago, Angela con todo y gemelos aún en su vientre, Leila y hasta Jack, tal vez mi cumpleaños era la fecha ideal para dejar rencores atrás, debía aceptar que jamás había visto a mi mejor amiga tan contenta y realizada, al parecer él había aprendido de sus errores y mientras la hiciera feliz, yo debía estarlo por ella.

Ese había sido uno de los mejores cumpleaños de mi vida, el primero al lado de mi Anastasia, quien me había sorprendido con una fiesta que jamás imaginé. Hoy era su cumpleaños y ahora ella era la sorprendida, no sólo por haberla llevado a la playa a pasar el día, sino por el regalo que le esperaba en el bolsillo de mi pantalón y para entregárselo había planeado un jueguito que ella había empezado a seguirme. Ya me encontraba yo en la barra del bar del Rose Imperial esperándola.

Llegó puntual, exactamente a la media hora, en cuanto me vio, sonrió y se mordió el labio inferior, yo también le había preparado una fiesta sorpresa, aunque sólo para dos, me dio tanta pena que sus papás no hayan querido viajar para verla, su situación es más complicada de lo que había pensado, al menos mi familia la adoraba y nos esperaban el fin de semana para festejarla en grande.

Me levanté del asiento y caminé hacia ella, le ofrecí mi brazo y lo tomó, caminamos en silencio a los elevadores, subimos al piso de siempre, a la misma habitación, donde justamente un año atrás la había hecho mía por primera vez y sin saberlo, había abierto la puerta a una nueva vida llena de amor y de locuras, sorprendiéndome a mí mismo de lo que había sido capaz de hacer con tal de tenerla a mi lado.

Entramos a la habitación, en la mesa estaba ya una charola con dos hamburguesas y papas fritas, por supuesto, en platos separados, hasta en eso era diferente mi niña. Cuando las vio el rubor inundó sus mejillas, me encantaba que aún hubiera momentos en que se ruborizara después de tantas cosas que ya habíamos hecho juntos, la abracé por detrás, escuché su risa, le di unos besos en el cuello y subí lamiéndolo hasta llegar al lóbulo de su oreja, ella empezó a jadear.

Anastasia Steele, ¿estás libre todas las noches de tu vida? – susurré en su oído y después la hice girar para mirarla de frente – ¿para compartirlas conmigo? – agregué colocándole el anillo.

– Por supuesto que sí Christian y me encantará compartirlas contigo – respondió emocionada mirándome y con lágrimas en los ojos.

Jamás se había sentido tan maravilloso perder la libertad, a decir verdad, yo la había perdido desde que la conocí, pero lejos de ser un reproche o un agobio, había sido la mejor de las aventuras al lado de mi compañera perfecta, quien será mi esposa y mi amante por el resto de nuestras vidas.


FIN

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Bueno ya llego a su fin y aja espero que les haya gustado, nos leeremos en Amor Prohibido.

Mil gracias por el apoyo.

Ardiente TentaciónWhere stories live. Discover now