Capítulo 15: Solo mía

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Después de que Anastasia subió al taxi para ir a trabajar, regresé al departamento y me dormí, necesitaba recuperar las energías que había gastado de manera exquisita la noche anterior con ella. Desperté justo a tiempo para ponerme de acuerdo con ella y encontrarla para almorzar juntos. Me di una rápida ducha y me dirigí al restaurante que me indicó. Otra cosa se agregaba a la lista de lo que nunca antes había hecho, pedí una mesa sobre la acera, por lo regular pedía en un discreto rincón, pero ahora no tenía nada de que ocultarme, por el contrario, quería que todo el mundo se diera cuenta de lo feliz que era con mi Anastasia.

– ¡Christian Grey! – escuché una voz femenina exclamar y levanté la vista que tenía clavada en el menú – no lo puedo creer, ¿qué haces aquí? – agregó y me levanté para saludarla al reconocerla.

Esperando a mi novia – respondí extendiéndole la mano y nos dimos un beso en la mejilla.

Es una broma, ¿verdad? – exclamó incrédula riéndose.

No, hace un par de meses que tengo novia... formal.

– ¿En serio ha sido cazado el irresistible Christian Grey? – dijo subiendo sus manos por mi pecho – es una verdadera lástima, aunque – se lamió los labios – eso no es impedimento para que tú y yo algún día volvamos a divertirnos, como en los viejos tiempos – añadió acercándose peligrosamente a mí y giré la cara para evitar que me besara en los labios.

Buenas tardes – escuché la voz seria de Anastasia decir.

– Corazón, al fin llegas – dije feliz y la tomé de la mano para luego besarla en los labios, quería que quedara muy clara mi relación con ella – mira, te presento a Aurora, una vieja amiga, Aurora, ella es Anastasia, mi novia.

– Mucho gusto – respondió Aurora sin extenderle la mano.

– Igualmente.

Aurora agregó un comentario bastante desagradable y después me dio un beso en la mejilla de despedida, en seguida noté como Anastasia se enfureció más y tuvo toda la intensión de, ¿golpearla?, ¿sus celos podrían llegar a tanto?, quizá era tan psicópata como yo. Traté de tranquilizarla, pero seguía reclamándome, a pesar de mis explicaciones.

Ana, hace mucho que dejé de estar con otras mujeres – mi cuerpo ni siquiera respondía a otras – grábate esto muy bien aquí – señalé su sien con mi dedo – y aquí – señalé su corazón – la única que me importa eres tú, a la única que quiero es a ti, con la única que me interesa compartir mi cama es contigo – musité en su oído y la abracé – aunque para serte sincero, me da gusto que esto haya pasado, porque tus celos me demuestran cuanto me quieres.

– ¿Y todavía te atreves a dudarlo?

– No, pero me encanta confirmarlo – aclaré y la besé.

– ¿De verdad no ibas a dejar que te besara?

– Por supuesto que no, te lo juro, entiendo tu desconfianza, pero si de algo debes estar segura es que jamás te engañaría, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, ya vamos a comer, anda.

Nos sentamos y en tanto nos llevaban la comida, Anastasia me contó lo que le había dicho su jefe sobre mí, indudablemente el mundo era un pañuelo, jamás me imaginé que él fuera familiar de una de las chicas con las que salí. Entonces opté con aceptar mi realidad frente a Anastasia, le expliqué que en efecto era así, pero que había cambiado por ella, que ya ni siquiera tenía el celular al que me llamaba cuando éramos un par de desconocidos y le di el número de mi BlackBerry.

Ardiente TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora