ME QUITAS EL ALIENTO

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— ¿Quieres que te deje en tu casa? —León miró el carro que se había estacionado y en el que ahora subía Caro. Aquella salida había terminado siendo un completo destrozo. Una mierda andante que no pudo controlar.

—Quede como una idiota frente a tus hermanos.

—Son dos vulgares más, son medios ignorantes, no notaran la diferencia —escupió León molesto y Alondra se giró observándolo.

— ¿Qué? ¿Qué diantres dices?

—Sube, te llevaré a tu casa —murmuró seco, le tendió el casco y se subió, a los segundos sintió su calor y su cuerpo se sacudió por el simple toque suyo, odio tanto que su cuerpo reaccionara así. ¡No era justo para él! Apretó los labios y encendió la moto, manejando en dirección a la casa de ella. Cuando llegó estacionó y esperó que bajara, pero fácilmente no saldría de aquella pelea, podía verlo en sus ojos.

—Gian Luca estudia en mi universidad, estudia medicina —Alondra se había sorprendido al saber que eran muchos hermanos y que todos tenían carrera o estaban estudiando, menos los mayores, ella había visto la mirada de León pero no le había importado, incluso las miradas toscas de Donatelo, estaba claro que no le caía bien, ¿Por qué era muy joven, es esa la razón? Le había demostrado a León que la edad no le importaba.

Pero otras cosas si, jadeó cuando aquella oración se repitió en su cabeza.

—Vamos Alondra, se clara, pon las malditas tarjetas en la mesa —la joven se sobresaltó al escuchar el tono de voz levantado—. ¿No soy lo suficiente bueno para el pijo de tu padre? ¿Para ti princesita? Ah, espera, ¿Es por qué no tengo las palabras "adecuadas"? bueno, no te quejabas de mi boca cuando te comía el coño...

No terminó de hablar porque Alondra había estampado su mano en su mejilla, maldijo al verla correr hacia su puerta e ingresar. Él bajó con rapidez y fue a golpear pero recibió solo silencio. Siseó y subió a su moto, había tenido suficiente de ese día de mierda. No más.

(***)

León guardó el celular ante el mensaje número 200 que le había enviado a Alondra, ninguno respondido, las llamadas desviadas y los mensajes de Wspp en visto. Había ido a su casa, Caro se había disculpado diciéndole que era mejor darle tiempo, estaba ofendida y debía dar un paso atrás, pero en su vida ya había dado demasiados pasos atrás.

Apretó los labios pero terminó dejando el celular en el bolsillo y sacó la pizza del horno, escuchó los suspiros de sus hermanos y soltó una carcajada. Esa era especial, todos los sábados y domingo a las once de la noche comían una pizza, muy aparte de las que preparaban para la clientela.

La mia vita fue una idea de su hermana Alessia después de graduarse como chef junto con su mellizo Baptisto, ambos tenían la idea pero no el capital, así que Donatelo y León apoyaron, al siguiente año la pizzería era un bum en aquellas frías calles, después de eso necesitaban más gente para atender ya que solo abría los fines de semana e incluso la gente hacía cola afuera, no había mejores pizzas que la de los hermanos italianos. El siguiente año Amparo y Gian Luca se unieron, y de ahí empezaron a sacar para sus estudios, desde entonces aquel negocio familiar los mantenía más unidos.

León sacó una torreja con rapidez al ver a sus cinco hermanos lanzarse y quejarse porque Baptisto había tomado dos, después Amparo chillo porque Donatelo había dejado una pequeña. León disfrutó de las risas de sus hermanos, de sus peleas y volvieron hacer ellos, así, de pequeños tratando de luchar con una madre que tenía el corazón roto.

La historia de su madre era triste, lo había dejado todo por un hombre alto, guapo que la abandonó con cinco niños pequeños, dos más pequeños que lloraban y los mayores tomando la responsabilidad de adultos. No fue fácil, y es una historia que León evitaba contar.

Al terminar la pizza, Alessia salió para atender a los nuevos clientes que entraban, los fines de semana solían quedarse hasta las cuatro de la mañana, así que al final se iban a la casa de León y dormían ahí hasta el otro día, ese donde llegaba su madre con sus nietos y el esposo de Alessia quien traía a los pequeños Beatrice y Bruno, la luz de todos ellos.

León volvió a mirar el celular pero no había respuesta, gimió y se recostó en la pared escuchando la música de fondo, la voz de los clientes y la de sus hermanos, luego el chillido de Gian Luca que entró corriendo a la cocina con los demás pisándoles los talones.

— ¿Qué pasa? —Donatelo limpió sus manos mirando al menor de todos.

— ¡Habla! —amparo golpeó al muchacho y este se quejó.

—La novia de León está allá afuera ¡Esta con un chico!

— ¿Tienes novia? —Alessia lo miró fijamente.

—Claro que no..., él nos lo diría ¿No? —Amparo soltó el tomate y miró a su hermano quien ahora se encontraba serio, los demás hombres se mantuvieron en silencio hasta que vieron a su hermano mayor salir y lo siguieron.

León apretó los puños al ver a Alondra sentada frente a un rubio de camisa blanca y chaqueta negra, él sonreía, pero no estaban solos. El padre estaba ahí, riendo sobre algun chiste estúpido que había dicho el tipo que sostenía ahora la mano de su chica, de su mujer. Siseó molesto y antes de avanzar la mano de Donatelo lo detuvo.

—Cálmate. Es el negocio de todos, por favor.

—Solo voy atender, ¿Hay algo malo en ello? —León salió llevando un pequeño cuaderno y un lapicero, se detuvo frente a la mesa y fingió una sonrisa—. Buenas noches, bienvenido a la pizzería La mia vita, ¿Ya están listos para pedir?

Ante la voz ronca y seca, Alondra abrió los ojos con rapidez levantando la mirada para encontrarse con los furiosos de León. Jadeó y echó una rápida mirada a un grupo de atrás, ahí donde estaba Donatelo y Gian Luca, estaba segura que los demás también eran hermanos de León, todos, y cada uno de ellos la veían mal. Escuchó a Mateo pedir e incluso a su padre que se había colado en la cita, o mejor dicho: agradecimiento por parte de su compañero. Pero había estado emocionada, y más cuando él le había dicho que conocían una pizzería muy buena, y su padre encantado había aceptado.

León trabaja ahí.

León lucía molesto.

León la miraba decepcionado.

—Dime Alondra, ¿A él lo muestras porque tiene bonitos modales? ¿Y a mí no porque lo único bueno que se hacer es follar? —siseó y los gritos no se hicieron esperar. 


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Doce para las diez (+18) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora