Capítulo 16

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Esa misma tarde los padres de ambos chicos se reunieron en la habitación para hacerles la usual visita diaria. Julie luego de haber jugado con el pequeño Peter se quedó pensando en la manera en que podría hablar con Henry. No quería seguir así con él, y cada momento que pasaba era tiempo perdido; eso era algo que ella quería evitar: perder el tiempo.

Sus padres le habían traído a ella y al ojiverde unos sabrosos brownies para la hora de la merienda. Ella se lo comió, pero Henry apenas lo tocó. Notaba como el chico se volvía de un color más pálido y que, lamentablemente, sus ojos perdían ese brillo verdoso muy característico de él. Era diferente.

Desde que él había despertado notó que la miraba constantemente de reojo, como lo hacía ella en esos momentos mientras jugueteaba con el girasol que Henry le había regalado. Quería decirle algo a ella, y Julie lo sabía perfectamente. No obstante, ella no se encontraba molesta con él. Solo estaba triste porque comenzó a considerar en que las palabras que le había dicho el ojiverde eran muy ciertas. También estaba molesta con la vida, por ser tan injusta muchísimas veces, y ese era uno de esos momentos en el que la vida te hunde e igualmente se lleva a todos al fondo del pozo; lo hizo con Peter, con sus padres, sus hermanos, Susan y sobre todo a ella, a aquella castaña torpe que conoció al niño genio hablando sobre su legado ante la clase y en un momento de vergüenza en la cafetería causado por una odiosa pelirroja. Y mirenla ahora, pasando los, lamentablemente, últimos momentos del el chico al que le tuvo tanto aprecio desde el primer momento en que lo conoció. Muy en el fondo se preguntaba qué pensaba el ojiverde de ella, y tal vez si sentía lo mismo. ¿Por qué la vida tenía que ser tan cruel con personas tan maravillosas como lo era él?

Morgan se encontraba sentada, gracias a la ayuda de su familia, en la cama de su compañero de habitación mientras él revisaba el estado de cuenta en la portátil que su madre le había traído. Sus hermanitos jugaban entre ellos junto con Peter a las cartas para pasar el rato; eso enorgulleció a Jules, pues le levantaría el ánimo al niño. Sus padres bebían un poco de café afuera en el pasillo mientras charlaban entre ellos de asuntos como el hecho de que su querida hija por fin estaba sanando. Se sintió feliz, sin embargo, también triste, pues ella también quería decir lo mismo del chico.

Suspiro pesadamente, luego giró su cabeza hacia la izquierda y tocó levemente el brazo de Henry. Este inmediatamente apartó su vista de la portátil y centró su atención en ella sorprendido de que por fin le dirigiera la palabra. Julie se tardó un momento antes de hablar porque no sabía que le diría, eso le pareció una eternidad a él.

—Hola —fue lo que pudo decir ella.

—Hola, Jules —no era lo que esperaba, pero con saber que le hablaba era suficiente.

—¿Cómo te sientes?

—Un poco cansado, pero bien —respondió—. ¿Qué tal estás tú? Escuché que has progresado positivamente con respecto a tu estado de salud —ella no pudo evitar soltar una suave risita por la forma en la que le habló. Era como si estuviera hablándole a un adulto.

—Sí, bueno el doctor me ha dicho que en mis últimos estudios se ha notado una gran mejora. Muy pronto podré irme y estaré completamente curada —eso último lo dijo con un intento de esfuerzo en su voz.

—Me alegra escuchar eso.

Hubo un momento de silencio que no era para nada incómodo porque ambos extrañaban poder conversar y estar bien como antes. Henry carraspeó y apartó un poco la portátil de sus piernas.

—Jules —llamó su atención—. De verdad lamento el modo en el que te hablé, no era mi intención, ¿sí? Disculpame por haberme comportado así.

—No, no, no —negó repetidas veces con su cabeza, y Henry frunció el ceño—. Lo estuve pensando mucho anoche y llegué a la conclusión de que —suspiró sonoramente— es verdad. Tenías razón.

When I Met You ➸ the book of henryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora