Capítulo 15

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Advertencia: capítulo sad, wey.

Se podía decir que Julie Anne pudo dormir anoche, sin embargo, no dejaba de sentirse mal y el haber descansado no mejoró su estado de ánimo. Era muy curiosa la situación realmente. Se suponía que aún no tenía que estar pasando por situaciones dramáticas; sólo tenía once años y estaba agotada por todo lo que le pasaba recientemente en su vida.

No estaba molesta con Henry en realidad. Solo se sentía mal, muy mal por él; tal vez porque le dijo lo que tenía que ser, la verdad. Y no pudo evitar pensar en que tenía razón, debía aceptar las cosas como eran; pero quería mucho a Henry y eso la estaba matando. ¿Podía sanar el chico? ¿Hay alguna esperanza para su compañero de habitación? ¿Probabilidad de que sobreviva su mejor amigo? Desde que lo conocía su mente al instante producía un gran sí, porque tenía esperanzas, esperanzas para él y para ella. La vida no tenía que ser tan cruel, y sin embargo eso era lo que su ilusa fantasía le llenaba constantemente la cabeza.

«No podemos cambiar nuestro destino, Jules. Debemos aceptarlo, y llegó el momento de que acepte lo que va a pasar. También debes hacerlo tú».

Se encontraba durmiendo todavía en su, algo dura, cama blanca del hospital. No obstante, comenzó a abrir pesadamente los párpados al escuchar vociferar en un susurro a su compañero, seguido de la señora Carpenter salir de la habitación a punto de querer romper en llanto. Jules miró confundida a Henry, mientras este suspiraba melancólico. Parecía que habían tenido una pequeña discusión mientras ella dormía. Abrió su boca para decir algo, pero...

Una cabellera castaña entró en la habitación y se colocó junto a Henry. Peter. Traía un helado en su mano pero lo dejó a un lado después de que él y su hermano mayor lo rechazaran. Se hizo un gran silencio antes de que Henry tomara aire y mirara directamente a los ojos de su hermanito.

—Peter —comenzó, llamando la atención de él—, tengo que decirte algo y es muy importante, ¿sí? —hizo una pausa, en la cual Jules no quiso intervenir pensando en que eso era realmente serio y posiblemente sería difícil para ambos hermanos—. Después... después —Peter comenzó a sollozar—, es esencial que tú hagas que mamá lea mi libreta roja, ¿sí? Pero tú no, solo mamá.

—Quiero que tú hagas que la lea —contestó en medio de un sollozo.

—Peter confío en que hagas esto porque eres la persona en quien más confío en el mundo —dijo el ojiverde, con la voz quebrada. Peter asintió—. Cuida de mamá, ¿sí?

—¿Dónde vas a estar tú?

—No lo sé.

—Estarás bien. Todos querrán ser tus amigos —dijo Peter. Eso le rompió el corazón a la castaña. Entonces el niño volteó en dirección a ella y de inmediato fingió seguir dormida—. Estoy seguro que Jules diría lo mismo. Ella también te quiere.

Y aunque no podía verlo pudo sentir la mirada del ojiverde sobre ella. Luego escuchó un suspiro cansado por parte de él.

—Lo sé, yo también la quiero, Peter —respondió, agachando la mirada. Fue cuando Morgan se atrevió a abrir un ojo y luego el otro con lentitud—. Cuando no esté por aquí no la dejes sola, Peter. Deben estar juntos y ser fuertes, ¿sí? Hazlo por mí —Peter sollozó un poco más fuerte, y Henry añadió—: dile que es especial y que siempre le estaré agradecido por estar conmigo. No la olvidaré.

Una gota silenciosa se deslizó por la mejilla de la castaña. Si la escena ya le partía el corazón entonces las palabras del chico la destrozaron. Y se sintió mal por haber ignorado las disculpas de él anoche.

Julie observó como Peter se acurrucó entre los brazos de su hermano y explotó en llantos mientras Henry lo consolaba y le decía que todo estaría bien, pronto todo estaría bien. Julie en serio esperaba que todo estuviera bien pronto; y se dio cuenta al ver que en los últimos días ese había sido su sueño más preciado.

El estar bien.

******

Morgan sintió como alguien le daba pequeñas palmaditas en su brazo con cuidado. Poco a poco abrió sus ojos y lo primero que se encontró fue con nada más ni nada menos que Peter Carpenter, un Peter serio, lo cual no era muy visto todos los días. En seguida Julie se sentó de un solo golpe en su camilla y le dio espacio al castaño para que se pusiera cómodo al frente de ella.

—Hola, Peter —susurró ella con calma—. ¿Cómo estás? —preguntó, y luego se sintió estúpida por hacer una pregunta como esa sabiendo la respuesta.

—No muy bien realmente, ¿qué tal tú? —contestó—. Lamento haberte despertado, Jules —ella le hizo un ademán para indicarle que le restaba importancia. Peter se encogió de hombros.

—Digo lo mismo que tú. Pero no te preocupes, amigo, todo va a estar bien. Tarde o temprano lo estará.

—¿En serio piensas eso?

—Claro que sí —tragó bruscamente saliva—. Pero no pienses en eso, ¿sí? Debes estar cansado —el niño asintió.

—Sí. Henry se quedó dormido y no quería estar solo. Creí que tal vez podríamos jugar.

La chica estiró sus brazos y enrolló a Peter en un cálido abrazo, el niño melancólico lo aceptó y la rodeó con sus pequeños brazos. Al cabo de un rato, se separaron y Julie le brindó una sonrisa de boca cerrada mientras le revolvía el cabello en gesto juguetón; Peter rió un poco ante eso y fue en busca de las cartas para iniciar la partida y entretenerse un rato. Mientras tanto, la castaña le echó un vistazo a su compañero de cuarto que descansaba en su camilla respirando con tranquilidad, sin embargo, tenía el ceño fruncido en su pálido rostro.

El menor de los Carpenter llegó con las cartas en su mano y las repartió entre ambos. Jugaron todas las partidas que pudieron para reparar sus corazones y sentirse mejor.

When I Met You ➸ the book of henryWhere stories live. Discover now