Capítulo 2

238 20 0
                                    

Hoy cumplo 12 años, estoy feliz, porque tendré el dia entero para estar con mi padre, aunque no pasé tiempo con él, me hace feliz que este hoy conmigo, ya que siempre está ocupado o con Hanabi, siempre me dicen que ella necesita más cuidados.

Pase el dia con mi padre entre reuniones con nobles, príncipes o reyes de otros reinos, lo cual yo no entendía nada de lo que hablaban. Pero estaba con mi padre, quizás no de la manera que esperaba y tampoco es que el me prestará mucha atención.

*Por la noche*

Estábamos cenando y en mitad de está, padre me presentó al niñero que tendría a partir de ahora para enseñarme cómo reinar. Me dejó claro que él estaría a mi cargo a partir de esta misma noche y que no fuera una carga para el.

Al terminar la cena, me sentía muy triste, tenía que ser un día feliz... y me sentía muy mal.

No quería que mi padre me separara más, y menos ser una molestia.

Al entrar en mi habitación cogí una capa y estaba decidida a escaparme.

Salí al jardín sin que nadie se diera cuenta, me puse la capucha y empecé a escalar el muro con algo de dificultad, pero era lo que me separaba del pueblo, al estar arriba del muro resbale y no pude ver donde caía, solo esperaba sentir el dolor con los ojos cerrados.

Al caer no note el duro suelo, más bien las quejas de alguien.

- Ah... Aish... - se escuchó debajo mio.

Me levanté de sobresaltó por la voz. Al momento que lo hice pude ver esos ojos negros tan profundos que sentí como podía ver hasta mi alma, su pelo era tan oscuro que no podía verlo en la oscuridad, se le veía cansado, sudado, como si hubiese corrido hasta que le caí encima.

- Lo.. lo si-siento mucho..- dije apenada y temiendo a lo que podía pasarme.

¿Se puede saber qué hacías allí arriba? Niña tonta - comentó el azabache molesto.

- Yo.. etto.. y-yo...- No sabía qué decir, no me salían las palabras, tenía miedo ya ya estaba con los ojos llorosos.


A lo lejos se empezó a oír el golpeteo de pisadas rápidas acercándose.

- ¡Oeh! ¡Sasuke! Al fin te alcanzamos - gritó el rubio recién llegado con cara de agotamiento.

- ¡¡Uuh Sasuke!! No sabía que tenías una novia, ¡¿bastante menor que tu?! - Intervino el castaño.

- ¡Mooe! Parecéis niños de 5 años tanto correr - Reprocho la recién llegada peli-rosa también cansada.

Tenía mucha gente a mi alrededor, no sabía qué hacer, así que me fui corriendo lo más rápido que pude empujando en el acto al morocho el cual caí encima.

- ¿Que hace? ¿Quien es? - Escuche decir al salir corriendo.

*Tiempo después*

Habían pasado una par de horas desde que me escapé del castillo y el incidente con ese chico. Hacía más frío que antes y para colmo me perdí por el pueblo.

Si que es verdad que seguía viendo el castillo, pero no el caminó por el que me fui, asi que no se como llegar siquiera al muro.

El pueblo parecía un laberinto, hay muchas calles, casas muy juntas y otras separadas, calles más anchas que otras y caminos muy estrechos entre casas que con esfuerzo caben 2 personas.

Las nubes empezaron a tapar el estrellado cielo estrellado con su menguante luna, y al rato empezó una ligera llovizna, el frío cada vez era más notable y las antorchas que antes iluminaban las calles se empezaban a apagar, dejándolo todo a oscuras, a excepción de alguna casa que seguían despiertos y llegaba la luz al exterior.

Estaba empapada y tenía bastante frío, nunca había pasado frío, siempre tenía ropa abrigada encima o la chimenea siempre encendida para dar calor en esa zona específica.

Ahora entendía porque la gente venía a las puertas del castillo diciendo que el invierno era muy mala época para las cosechas, ya que los campos acababan nevados. Y lo más probable es que no tuvieran ropa de abrigo para mantenerse calientes.

Tenía frío, estaba empapada y todo estaba oscuro, el miedo empezó a apoderarse de mí por no saber volver y qué hacer en situaciones así, la cuál nunca debía haber pasado si no me hubiera escapado.

Estaba parada en medio de la calle mientras la lluvia hacia un charco bajo mis pies, y el barro empezaba a manchar la capa con el vestido. Al no saber qué hacer me empecé a poner nerviosa y ha hiperventilar mientras los ojos se me llenaban de lágrimas y se mezclaban con la fría lluvia.
Miraba a todos lados intentando poder ver algo pero me sentía más perdida cada vez y en el estado que estaba me llevó a marearme y caer en medio de la calle.
Antes de perder la consciencia, sentí que me cargaban, pero no tenía fuerzas para oponerme, y me desmaye.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora