Zoé lo consiguió... Pero ni Emily ni yo sabemos cómo fue que lo hizo. Es una persona bastante enigmática, con un pasado y presente bastante misteriosos. Según me dijo Em, hace unas cinco semanas que no sabe nada de ella. La última vez que hablaron, estaba en el medio Oriente estableciendo una especie de convenio entre empresas...

    He recibido también otras visitas, como las de mi padre y mi hermano, que tampoco parecen perder la esperanza, y también de mis amigos. Spence estuvo ayer aquí, y también Luke y Sabrina, quien fue puesta al día por su hermano hace no mucho.

    Siendo sincera, me es muy difícil verlos. Según entiendo, se trata de una especie de vergüenza hacia lo que fui y lo que soy. Estar encadenada frente a ellos me desfasa de alguna forma de nivel. Temo que he comenzado a creerme mi papel de reclusa incluso en esas instancias; porque tal y como descubrí la vez anterior, y como me ha quedado más que en claro ahora; si todos en tu entorno comienzan a reducirte al papel de ex – persona, una termina incorporando esa clase de nombramiento, y tarde o temprano, asimilándolo.

    Éste colchón me hace trizas la espalda..., pero así y todo, es el menor de mis problemas. Me duele todo el cuerpo. Los cortes y las magulladuras no han mejorado, en cambio, pareciera que cada día se tornan más molestos. La tajada en mi mejilla podría estar infectada. Quizás vuelva a pasarme por la enfermería mañana a primera hora.

    No encuentro una posición cómoda para dormir, y mis jodidos pensamientos tampoco colaboran lo suyo... La noche es el peor de todos los momentos para alguien que sufre de depresión. Aquí son más precisos esa clase de detalles. Cuando me recuesto, mirando al techo de hormigón oscuro, lleno de marcas y tan opresivo como las barras de metal que me rodean, oscilando entre los recuerdos felices, los más tristes; lo que tuve y lo que me fue arrebatado, entre el pasado, el presente y el futuro... De repente me entran unas ganas desmesuradas de acabar con todo; con el dolor, con la desesperanzada tristeza y la soledad... Pienso que las cosas serían más fáciles si simplemente dejase de ser. Si dejase de existir.

    El único remordimiento que me consume cuando me veo invadida por éste estado de ánimo es, precisamente, Emily. Su imagen intercede en mis planes a medio hacer; me mira con sus ojos amables; con su semblante cálido y familiar... Me recrimina aún sin querer hacerlo.

    No podría cometer tal acto contra mí misma, porque se lo estaría haciendo también a ella. Me parte el corazón el solo hecho de imaginar cómo la golpearía la noticia. Supongo que me he encontrado de frente con uno de los defectos más evidentes de amar tanto a alguien; al dolor de uno se le suma el dolor del otro, tornándose éste aún más terrible de lo que fue en el inicio de su surgimiento.

    Aún así, he llegado a sentirme lo suficientemente desequilibrada como para saber que, en realidad, ese deseo escapa de mi control. Llegará el momento en que ya no soporte más. En que cada respiración me cueste un trozo ileso del alma. Entonces no podré

    

    Hasta ahí había llegado a escribir. El resto de la página yacía cubierta por una gran mancha de sangre seca que había salpicado esa parte del diario, atravesando hoja y hoja hasta llegar al final de las páginas en blanco, solapándolas entre sí.

    Emily se llevó una mano a la mejilla para secarse las lágrimas que habían caído en picado desde sus ojos prácticamente sin que se diera cuenta. Estaba agotada, sumamente dolida, y llena de la rabia más fría e intensa que hubiese sentido jamás.

    Cerró el cuaderno, en cuya tapa acartonada se alojaban también sendas manchas carmesí, y lo arrojó encima del escritorio del Sr. Donnovan, soltando un desahuciado suspiro e incorporándose desde la silla donde se encontraba para dar la espalda a Zoé.

¿Podrás con la oscuridad?- EmisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora