Capítulo 70

277 26 7
                                    

27 de Setiembre

    La oscuridad es inmensurable, fría y monótona; tal como la soledad que me rodea y el silencio que esconde esta reducida celda donde me he visto alojada durante los últimos dos meses y medio.

    Sigo a la espera del juicio... Pero ciertamente, no lo espero con ansias. No se trata, según lo veo, más que de un aplazamiento de lo inevitable, y si fuera por mí, ya habría renunciado a mi derecho a pasar por uno. El estado parece haber tomado una decisión respecto a mi caso, así como la policía, los medios, mis antiguos vecinos y conocidos, las reclusas, los guardias de aquí dentro... Realmente me han pintado de una forma bastante poco favorable, y hablan como si supieran todo de mí. Pienso, empero, que es inevitable. Cría fama y luego échate a dormir, es lo que dicen, ¿no?

    Ayer Emily vino a visitarme. Siempre que lo hace, el día parece perder un poco de su naturaleza gris y tormentosa. Basta solo su visión, o el sonido de su voz, para que de pronto me convenza, aunque éste cruel engaño dure tan sólo unos momentos, de que las cosas podrían no estar tan mal.

    Siempre que viene trata de hacerme llegar algún libro o libreta, pero hasta ahora no ha tenido mucho éxito. Cabe decir, sin embargo, que mi Emily no se rinde tan fácilmente... Carga consigo un pequeño librillo de poemas que me lee durante las horas de visita. Intento memorizarlos, e incluso me llevo algunos conmigo cuando puedo. Los guardias hacen todo un escándalo con lo que a los libros respecta, pero no parecen tener problema con que carguemos con un simple trozo de papel, para mi suerte.

    Muero por decirle tantas cosas que me pesan en el alma... Contarle todo cuanto me atormenta; el miedo atroz con que despierto cada día, la desesperanza que a menudo nubla mi juicio... Y sé que ella también arde en deseos de abrir su corazón; decirme todo aquello que escapa al intento de mantener la calma al que inconscientemente nos vemos atadas. He de suponer que dicho intento funciona para no herir a la otra, o para no acabar hiriéndonos aún más a nosotras mismas.

    Emily parecía más animada, pero la noté tan cansada y alicaída como la vez anterior, y al igual, también, que la vez pasada, se niega a admitir que es así.

    La razón de su decaimiento no creo tener que preguntársela, aunque estando cara a cara, tampoco creo que estuviese dispuesta a decírmelo. Esto la está matando. Nadie que nos viera en esa sala, sentadas una frente a la otra, charlando como si estuviésemos en una plaza o en un día de campo, diría que es así, pero yo la conozco, conozco la situación y me conozco a mí misma. Vi su rostro el primer día; su sonrisa se borró cuando alcanzó a verme. Sus ojos demostraron el más amargo de los sufrimientos; la más desgarradora de las impotencias. Se derrumbó por dentro, pero así y todo, aún viene a verme. Me habla, me sonríe e intenta reavivar mis esperanzas insistiendo con ese soñado viaje a París... No estoy segura de por qué lo sigue haciendo. He supuesto que puede tratarse de la negación, porque Emily no es ninguna estúpida. Debería saber que estoy hasta el cuello, y que la vida juntas de la que sigue hablando, no es nada más que una ilusión. Pasaré el resto de mi vida aquí, si es que no me sentencian a algo peor. Ella tendrá que apartarse en un momento u otro, o el destino acabará haciéndolo.

    Trato de no pensar demasiado en eso; en Emily enamorándose de otra persona, haciendo su vida lejos de mí... desterrándome a algún recoveco de su corazón donde reside lo que ya quedó en el pasado... Que es, en realidad, lo mejor que podría suceder. Lo mejor para ella, y por consiguiente, he de suponer, o he de convencerme al respecto; lo mejor para mí.

    Entre otras noticias, Roma y las que le siguen ya no se meten conmigo. Las vi por última vez la semana pasada. Pienso que las habrán trasladado a otra sección, pues dudo que todas ellas hayan marchado en tropel a aislamiento, por mucho que se lo merezcan.

¿Podrás con la oscuridad?- EmisonWhere stories live. Discover now