La leona ladrona

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Se despertó con el sistemático ruido de su reloj de mesa. Tenía sueño aún, había dormido unas 3 horas y había estado muy atareado en todo el día. Al abrir sus ojos los rayos de sol lo enceguecieron pero pudo vislumbrar una silueta parada enfrente de la ventana. Volvió a cerrar sus ojos y luego se incorporó en su cama, tomó sus lentes y abrió sus ojos.

-Hola Albus- dijo de mala gana.

-Hola, Bobby- dijo este mirándolo -cómo te ha ido ayer?

-Albus no tengo ganas de hablar a estas horas, por favor déjame levantarme y luego te cuento- dijo parándose y yendo al baño.

Hizo sus necesidades, se miró al espejo, lavó su cara y se vistió para ir a desayunar. Ese día tendría clases después de las 10 pero tenía que corregir ensayos de segundo año. Agradecía profundamente que Albus no le preguntase nada. Desayunó en silencio y se marchó a su despacho. Pasó una hora y media corrigiendo, se vistió y se fue a su salón en las frías mazmorras. Al llegar dejó sus cosas en el escritorio y se recostó sobre él cuando se sobresaltó al oír ruidos de frascos. Fue a su almacén de pociones y vio a una cabellera color miel con ondas y una mano tratando de agarrar un frasco violeta.

-Vaya vaya vaya, pero qué tenemos aquí- dijo. La intrusa se quedó petrificada -qué busca Granger?

-Profesor Snape, yo, este, yo- empezó a balbucear, Snape rodó sus ojos.

-50 puntos menos Gryffindor, y está castigada, ahora salga de aquí antes de que su casa quede en puntos negativos. La profesora McGonagall le dirá su horario de castigo.

-Sí sí sí señor Snape- dijo la castaña mirando el suelo.

-Es sorda Granger?- preguntó, Hermione levantó su vista y negó con su cabeza -tiene problemas de comprensión de escucha?- Hermione volvió a negar -entonces por qué sigue parada enfrente mío? Le dije que se vaya- dijo ya exasperado.

-Es que, está parado en la puerta- dijo.

Snape se corrió dándole paso, Hermione se movió y Severus notó que se sonrojó al rozar su torso, sonrío un poco mientras la veía abandonar el salón. Cerró su depósito con llave y escuchó a sus alumnos entrar. En sí le agradaba ese curso, eran callados, nadie tenía problemas para entender y a nadie se le explotaba un caldero. Claro que hay chicos que tenían más dificultad de aprender que otros y eso lo respetaba, pero le molestaban los chicos como Neville Longbottom que era distraído y por eso hacía desastre clase por medio.

En el almuerzo vio a la señorita Granger, ya se había sacado su capa y tenía puesto el buzo de Gryffindor con su clásica pollera negra. Cuando Hermione le devolvió la mirada se puso roja como un tomate e inmediatamente siguió su conversación con el zanahorio y Potter haciendo como si nada hubiese pasado.

Giros InesperadosWhere stories live. Discover now