-Ellos no saben sobre nosotros y no tienen porque saberlo.
¿Por cuánto tiempo pueden vivir dos personas un romance secreto? En donde Kai se enamora, sin saberlo del mismo chico del cual está enamorado su mejor amigo, dejándole como unica opción sali...
—Ey —repetía el mayor por décima vez, no quería sacudir al chico porque tenía un aspecto de ser el típico niño rico y mimado. Aún así algo dentro de él, le incitaba a protegerlo.
Cuando Kai al fin se incorporó ladeó su cabeza buscando un ángulo en que pudiera reconocer al desaliñado chico, pero no, no se le hacia familiar.
—Ya era hora —soltó Soobin poniendo sus brazos detrás de su cabeza—. Si no hubieras despertado... Te hubiera abandonado.
El pelinegro suspiró apenado, entonces abrazó su mochila con fuerza y nuevamente observó por los cristales.
—No te confundas, que no te voy a robar —dijo el mayor chistando, causando que Kai sonriera ligeramente.
El estadounidense deslizó su dedo índice por el cristal que estaba cada vez más y más empañado, la lluvia golpeaba con odio e inclemencia aquella ciudad.
Soobin era muy observador, y notó que el chico empezaba a temblar. Quiso girar su cabeza y serle indiferente, pero, se hizo presente un extraño sentimiento de querer protegerle.
—Ten —le extendió la polera que acababa de quitarse—. Tomala ya, está limpia.
No es que Kai se negará a aceptar aquel gesto porque considerará que aquella prenda se veía desgastada. Realmente no quería que aquel simpático chico hiciera eso, porque no quería que fuera más hermoso de lo que ya era.
—Gracias —musitó con las mejillas sonrojadas, al ponersela sintió la calidez que emanaba dicha polera, entonces suspiró sintiéndose realmente feliz.
Soobin trataba de evocar recuerdos de los cinco minutos de repaso que había tenido antes de salir de casa, sin tener éxito. En su mente resonó la palabra 'cubo mágico', se desordeno el cabello maldiciendose por haber olvidado aquello.
Cuando Kai giró para preguntarle su nombre, se dio con la sorpresa de que ya no estaba. Diviso a todas las direcciones posibles para al final darse cuenta de que el castaño corría bajo la lluvia, cubriendose torpemente con su mochila.
—Esperó verte de nuevo.
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