-Ellos no saben sobre nosotros y no tienen porque saberlo.
¿Por cuánto tiempo pueden vivir dos personas un romance secreto? En donde Kai se enamora, sin saberlo del mismo chico del cual está enamorado su mejor amigo, dejándole como unica opción sali...
Cuando se trataba de sus estudios, Kai era un chico muy aplicado. El pelinegro hizo caso omiso a las insistencias de su madre en que durmiera, cogió sus auriculares y una pila de libros que se puso a repasar.
Miraba el paisaje por los cristales empañados de aquel bus, le encantaba tomar aquel transporte.
Cada par de minutos sacudía su cabeza para no redimirse ante el enorme sueño que sentía.
¿Lo lograría?
—¡Vas a perder el bus! —gritaba la señora Choi por quinta vez, su hijo había despertado hace cinco minutos y aún no acababa de vestirse.
Lo que en realidad hacia el chico era estudiar, sí, él creía que con cinco minutos de repaso aprobaría la prueba.
Finalmente salió de su habitación, tenía muy mala pinta porque habían interrumpido su sueño.
—Soobin —murmuró su madre apretando sus puños, el castaño llevaba una playera en lugar de la camisa.
—¿Eh? —sin dejar de tallar sus ojos se arrastró hasta el espejo en donde contempló su reflejo con una mueca de horror, la desesperación llenó su ser cuando vio la hora que marcaban las manecillas de aquel reloj.
Cogió su mochila y una polera gris, bebió tan de prisa su jugo de naranja que su madre temía que fuera a ahogarse. Porque incluso ella sabía que su hijo era muy cabezota y torpe a veces... En realidad Soobin era así siempre.
—¡Te amo, mamá! —exclamó calzándose los converse, entonces corrió a la parada tan rápido como le permitieron las piernas. Su estómago rugió, y él jadeó enojado, había olvidado su sándwich.
El bus se detuvo justo a tiempo y él lo arribó suspirando de puro alivio. Empezó a andar hacia el fondo, cada vez convenciéndose más de que no había asiento alguno a la vista.
¿Su día podía ser mejor? Quizás si.
Kai ni siquiera se percató cuando aquel castaño tomó asiento al lado suyo, el chico tenía que estar profundamente dormido como para no oír aquellos ruidosos jadeos.
La cabeza del menor se balanceaba de un lado a otro, hasta que cayó recostada en el hombro de Choi Soobin.
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