Capítulo 5

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― Hola —dijo Noelia, abalanzándose hacia Sebastián en un abrazo. Él la recibió incómodamente.

― ¿Qué... qué haces aquí? —atinó a preguntar, al separarse.

― ¿Qué haces tú aquí? —rió ella—. ¿No estabas en Granada?

― Pues me fui al terminar la carrera. Qué gusto verte de nuevo.

― ¿Tienes prisa? —dijo al observarlo de pies a cabeza con el maletín y el porta planos en el hombro izquierdo.

― Eh...

― Deberíamos tomar algo, ¿no te parece? —lo interrumpió.

― Es que...

― ¿Un café? —volvió a atacar—. Apenas son las ocho y diez. Y yo todavía no entro a trabajar. Vamos, ¿sí?

― Mmm...

― Ven, la cafetería que está allá sirve bebidas deliciosas —con una sonrisa lo arrastró al lugar. Cruzaron la transitada calle y en la esquina buscaron una mesa exterior. Un par de cafés les fue servido enseguida— No sabes cuánto me emociona encontrarte.

― ¿Ah sí?

― Oh, vamos, Sebastián. Han pasado... —perdió la mirada contando mentalmente.

― Seis años, Noelia —dijo impasiblemente.

― Oh sí, sí. Pues yo he estado aquí desde entonces. Ya me gradué y estoy trabajando.

― Qué bueno.

― ¿Y tú, Sebas?

― Después de graduarme fui a Nueva York por un tiempo, y a Londres, luego volví a Granada y ahora aquí me tienes.

― Vaya... Son viajes caros. Me imagino que tu profesión es muy rentable —apoyó el mentón en una mano. Su curiosidad saltó a la vista.

― No lo niego, gano muy bien, además me gusta mi profesión.

― ¿Y por qué estás en la ciudad?

― Trabajaré para una nueva compañía. Y se supone que tengo que estar en una reunión en veinte minutos —miró su reloj de muñeca.

― Oh, disculpa por entretenerte.

― Víctor comprenderá.

― ¿Víctor?

― Es la compañía de su padre.

― Oh...

― Él me consiguió el puesto.

― ¿Y Harry?

― Al graduarnos se mudó a Madrid. Mireya también se mudó, creo que está en aquí, en Barcelona. Casi no hablo con ellos. Me comunico más con Víctor.

― Bueno. Es bueno escuchar que todos están bien. Y de hecho Mireya vive conmigo.

― ¿En serio?

― Sí. Tenemos una villa. Compartimos los gastos. Llevamos la convivencia estupendamente.

― Qué bueno, me gustaría visitarlas en algún momento.

― Nos encantaría. Oye, ¿ya diste una vuelta por la ciudad?

― No, no, apenas llegué ayer.

― ¿Y no quieres? —no esperó respuesta. Tomó una servilleta, sacó un bolígrafo de su bolso y escribió su número de celular, luego se lo entregó— Si te decides, avísame. Conozco la ciudad y podríamos conversar mejor. Ya terminaste tu café, será mejor que te vayas, sino Víctor se molestará —enseguida hizo señas al mesero para pedir la cuenta.

― Déjame invitarte, por favor.

― Bueno —sonrió.

Después cada uno se fue por su lado.

Se notaron cambiados. Él tenía cabellos más largos y lacios. Por su lado Noelia lucía cerquillo en la frente, bien peinado, y sus cabellos castaños eran más cortos, por debajo del hombro apenas. Contaría ya con veintitrés años y él con veinticuatro.

¡Seis años! Y a pesar del tiempo y la distancia, a veces, solían recordarse el uno al otro.

Elpasado venía a encontrarlos de frente, tomándolos verdaderamente por sorpresa.

Otra vez tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora