Capítulo 3

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Una semana transcurrió, ya devuelta a la rutina, la joven castaña, desilusionada, huyó de Sebastián tanto como le fue posible. Él no entendía su frialdad, pero tampoco se iba a arrancar los cabellos por ella.

Hasta la noche, en una fiesta en casa de un conocido. Mucho alcohol, música fuerte, y universitarios sedientos de diversión.

Noelia fue con Mireya. Bailaron un poco y al rato se separaron. En ese instante Sebastián abordó a la reciente conquista.

Entre un par de miradas, los efectos de las bebidas, la envolvente música terminaron compartiendo caricias, que enseguida subieron de tono.

El hambre de la piel se les despertó y en un pestañeo consiguieron encerrarse en una habitación del segundo piso.

Noelia podría estar dolida por el engaño, pero en ese instante estaba segura de una cosa: entregarse a Sebastián.

Dos horas después salieron y Noe se perdió entre la multitud sin despedirse. Había sido muy placentero, pero el remordimiento la atacó después, cuando ella no era de las que iba a fiestas por sexo.

Encontró a Mireya y se fueron. La amiga intuyó algo, sobre todo después de haber visto a Sebastián entre la gente, y sería él mismo, días después quien le confirmara lo que ella ya sospechaba que había ocurrido, y no pudo más que confrontar a su amiga.

― Mireya... —Noe suspiró. Ambas compartían asiento en su cama, mientras se pintaban las uñas. Su tía no estaba, siendo media tarde.

― Tú estás bastante grande, Noelia, pero te aprecio y solo trato que no salgas lastimada —y luego rompió el silencio—. Ya Martínez me dijo lo que pasó hace días en la fiesta.

― Y ayer, Mireya, ayer también.

― ¿Qué?

― Me invitó a salir y terminamos en un motel. No sé qué me pasa, te lo juro.

― Pero...

― Me gusta bastante. Con una mirada me desarma, Mire. ¡Y qué te digo si me besa! Me hace sentir como... ¡gelatina! De pronto todo en mi interior empieza a temblar y a bailar como si estuviera en pleno carnaval brasileño.

― Noe, si te enamoras...

― Es fácil, ¿no?

― Mucho.

― También pienso en Isadora, Mireya...

― Eres sensible. Probablemente ya estás enamorada y lo más sensato es que te alejes de él.

― ¿Y si deja a esa mujer?

― No lo hará.

― ¿Cómo estás tan segura?

― Llevan años juntos. Él la engaña, ella lo engaña, y se aguantan. Eso no es amor, claro, pero cada uno es el seguro sexual del otro y compañero para fiestas oficiales en los que no quieren aparecer solos.

― ¿Y si Sebas se enamora de mí?

― Ama su libertad, salir con mujeres. No seas ingenua, Noe.

― Tengo que pensar en esto...

Pero a la joven enamorada la superaban las emociones cuando estaba junto a él.

Salieron en repetidas ocasiones, e hicieron el amor también.

Después de varios meses saliendo y con vistas a iniciar el segundo semestre, Noelia lo confrontó al fin.

Habían ido a pasear, como cualquier otra cita, y terminaron en la casa de Sebastián. Después de almorzar juntos pasaron a la sala a ver una película. Los padres del susodicho se encontraban trabajando.

Otra vez tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora