Los ladridos de Pip se tornaron aún más agresivos, ocasionando que Alison volviera la vista hacia la casa.

- Escúchame- Paige la obligó a girarse hacia ella nuevamente-.Hay cosas peores. Mucho peores que el odio o la venganza. Cosas contra las que no puedes luchar.

- ¿De qué diablos estás hablando?- Preguntó la rubia, intranquila.

- Del final, Alison- Replicó Paige con serenidad-. Hoy acaba todo- Anunció, no sin cierta sorna-. O por lo menos, así será para mí. Hoy me despido, pero no me iré sin más. Tenía que arrancarte el último trozo del alma que aún no había podido alcanzar. Termina para mí –repitió-, pero para ti, es solo el comienzo de la pesadilla...

    Alison frunció las cejas, retrocediendo para alejarse de Paige. De alguna forma, sus palabras habían conseguido llegar a una de las zonas más recónditas de su conciencia, haciendo mella sobre ésta y advirtiéndole que lo que la joven decía, no era nada que pudiera tomarse a la ligera.

    Corrió en dirección a la casa. Un terror helado escalaba por su espalda a cada paso que completaba. Quería y a su vez no quería llegar.

    Abrió la puerta, que estaba sin llave. En seguida vio cómo Pip se aproximaba entre las sombras, con su menudo cuerpo, dando saltos hacia ella entre gemidos y sollozos.

    Alison intentó tranquilizarlo. Nunca lo había visto tan alterado.

    Mientras palpaba su pelaje, notó una especie de humedad sobre el mismo; un líquido tibio que se le adhirió a los dedos y las palmas de las manos.

    Se enderezó y miró alrededor, tanteando en busca de un encendedor o una linterna.

    En la biblioteca, Ellen siempre guardaba un par de focos. Le bastó con ponerse de puntillas para alcanzar el estante donde sabía que se hallaban.

    Trató de encender uno de éstos; pero en lugar de cumplir su función, el mismo parpadeó y volvió a apagarse. El otro hizo lo mismo. Frustrada, avanzó con cautela al tiempo que golpeaba el aparato contra la palma de su mano, dirigiéndose a la cocina con el aterrorizado Pip pegado a las piernas y amenazando con hacerla tropezar. El silencio era abrumador.

    Al fin consiguió que el foco se encendiera, pero tan pronto como fue capaz de ver algo, lo dejó caer.

    Sangre, muerte y dolor. Eso era lo único que conseguiría recordar de aquella noche.

    Soltó un grito tan elevado, que en el momento creyó que habían podido desgarrársele las cuerdas bucales.

- ¡NO!- Decía una y otra vez-¡NO, no, no!

    El descomunal peso de esos años, de sus desventuras; de las pérdidas, tragedias, desazón y terror, así como el de aquella terrible imagen, cayó sobre ella de un solo y soberbio golpe, arrojándola al suelo, donde Ellen Fields yacía con los ojos abiertos, vidriosos, y los labios separados en la mueca de un último suspiro. Su ropa estaba cubierta de sangre, y se podía ver por encima de la tela, las ranuras de las delgadas puñaladas del arma mortal.

    Alison se derrumbó sobre el cuerpo sin vida de la mujer, convulsionando entre sollozos y soltando respingosos gemidos.

- Ella nunca te perdonará por esto- Anunció Paige a su espalda.

    Pip gruñó. Alison ya no tenía fuerzas siquiera para sobresaltarse, ni para luchar, ni para enfurecerse. Ya nada le importaba.

- ¿Por qué no me mataste a mí?- Preguntó a media voz, poniéndose de pie con apoyo de la mesada. Las piernas le temblaban, y sentía que las mismas no podrían mantenerla erguida por su cuenta-. ¿Por qué diablos no lo hiciste? ¿EH?

¿Podrás con la oscuridad?- EmisonWhere stories live. Discover now