Capítulo 20.

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POV CAMILA:

Por más que intentaba ignorar todas esas miradas que obtenía mientras caminaba por los pasillo o como si no oyera los estúpidos murmullos que lograba escuchar entre clase y clase, no podía.

"Su mamá es una prostituta" "Ella solo fue un error" "Hasta su mamá quiso abortarla, que triste "Ya sé de donde heredó lo puta"

Mientras escuchaba cada uno de los comentarios y fingía estar perdida en otro mundo, imaginaba que no estaba sentada en la incomoda carpeta blanca de la escuela, que no estaba aburrida en la clase de física, haciendo como si de verdad estuviera prestándole atención a la maestra.

Porque realmente deseaba estar en el mar, con Lauren, descansado en su pecho, permitiendo que el aire y el olor a agua salada nos golpearan.

Pero por más que deseaba...no pasaba nada.

La campana sonó, los estudiantes se levantaron de los asientos y comenzaron a dispersarse por los pasillos, listos para su fin de semana.

Dejé que de mis labios se escapara un pesado suspiro, recogí mis cosas y en paso lento llegué hasta la puerta de la escuela.

Dinah estaba gritándole a Lauren y ella solo estaba con los brazos cruzados encima de sus pechos, frunciendo el ceño. Cuando su mirada de encontró con la mía, una media sonrisa se marcó en sus labios.

Dejo a Dinah hablando sola y se acercó corriendo a mi, desde el otro lado del estacionamiento, cuando llegó hasta a mí, no espero un segundo más, pasó sus brazos por mi cintura y me estrecho contra ella.

-Lo siento.-Susurré en su cuello.

-Lo siento, también.-Se alejó unos centímetros de mí, acarició suavemente mi mejilla.-Dinah me dio un par de gritos que necesitaba y estoy tratando de controlarme para no ir y decirle un par de cosas a Elena en su cara y rompérsela.

-¿Por qué no lo hacemos juntas? No me molestaría para nada.

-Porque ella no merece nada de tu tiempo, Camz. No merece nada, realmente. Solo quiero regresar a casa y tenerte solo para mí todo el fin se semana. Te amo, lo sabes, ¿Verdad? solo eres tú, siempre has sido solo tú.

Sonreí por primera vez en todo el día y regrese a sus brazos, no queriendo separarme de ella nunca.

El sonido de un auto frenando notoriamente nos hizo voltearnos a las dos y a toda la escuela probablemente. Un hermoso Ferrari amarillo estaba estacionado enfrenten de nosotras, los chicos que estaban cerca se quedaron con la boca abierta comenzado a babear y a envidiar al dueño.

La puerta del piloto se abrió, un señor alto bajó. Su cabello estaba desordenado de una manera que lo hace ver desaliñado, al contrario. Un shots caqui hasta la rodilla, con vas negras y acompañando de una camiseta blanca con rayas, lentes negros de aviador cubrían sus ojos.

Pero aún así, eso no me impedía ver quién era.

Alejandro Cabello.

Era raro no verlo con su traje formal y no detrás de un escritorio de oficina. Ni sin su equipo de seguridad, que probablemente era más grande que la del mismo presidente. Llegó hasta donde estábamos, carraspeó, tratando de llamar nuestra atención. Era raro, porque toda la escuela tenía su atención en este momento.

La mirada de confusión en el rostro de Lauren era notoría.

-¿Qué haces aquí?.-Le pregunté.

Se quito los lentes y vi sus ojos y verlos era un recordatorio más que el hombre que estaba enfrente de mi era mi verdadero padre. Ese arrogante y adicto al dinero, era mi padre.

-Pensé que podía devolverte la visita, ya sabes. Después de que tú me visitarte en mi oficina.-Me respondió.

-¿Tú eres...-Preguntó Lauren.

-Alejandro Cabello.-Le respondió él sin mucho interés y sin siquiera mirarla a los ojos.-Como sea, necesito que habemos. Y no aquí. Odios las escuelas, realmente. Y esta no es muy agradable que digamos, ¿Podemos ir a mi casa?

-Lau, este hombre que ves es mi padre. Aunque el siga dudando y preguntándose cuándo me llevaré todo su dinero.

Lauren pasó un brazo protector por mi cintura, entendiendo poco a poco la situación.

-Como sea, señor Cabello.-No quiero hacerlo perder su tiempo.-Contesté virando los ojos.-Mi novia viene conmigo.

-No me gustan las personas en casa. Es suficiente contigo creo yo.

-Somos las dos o nada.-Lo desafié con la mirada.

Me viró los ojos y asintió con la cabeza antes de decir:-Cada segundo me convences mas que eres mi hija.

Rodeó el auto y subió al asiento del piloto. Tomé la mano de Lauren y abrí la puerta del asiento trasero del Ferrari, entre antes que Lauren, quien fue quien cerró la puerta un segundo antes de que Alejandro acelerara a toda velocidad y tomará la carretera.

Al hombre si le gustaba la velocidad. 

Promises of love. (Segunda parte de Lies network)Where stories live. Discover now