16 de septiembre.

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Me levante temprano recostada en el sofá.

En tus piernas.

Gemma.

Te levanté.

Al parecer mi madre le había parecido buena idea dejarnos dormir así.

Se que te duele el cuello.

Realmente lo siento, Gemma.

Estaba tan cansada ayer, que no me di cuenta de que estaba en el sillón.

Teníamos que ir a la Universidad.

Me di un baño rápido, te pedí que lo hicieras después de mí, te preste ropa.

Pequeña ironía.  Tu tienes mejor cuerpo que yo y te queda perfecta Gemma.

Te enfundaste en uno de mis vestidos, color azul marino, arriba de las rodillas, nunca me lo había puesto.

Esta ves te deje elegir mi ropa, Gemma, decías que siempre me vestía muy masculina. Eso es imposible porque solo me pongo camisetas y pantalones negros.

Me elegiste unas balerinas rojas.

Y un vestido.

De color negro.

A ti se te veía bien el negro. Eres rubia, yo soy castaña.

Yo solo uso el negro porque me gusta y ya. No porque se me vea bien.

Un vestido con encaje en la falda y de tirantes anchos.

Una chaqueta corta roja de cuero.

Y me trenzaste el cabello.

Al fin, en mucho tiempo, me gustaba al mirarme al espejo.

Excepto por mi cara.

Corrimos, literalmente, a la escuela.

Me sentía como niña pequeña. Dando carreras por ahí, saltando y jugando.

Vi la niñez en tus ojos.

Y era hermosa.

Diario de una Homosexual.Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα