—Una peste como tú no contaminará a mi familia. Me encargaré de que mi marido te lance a la calle pronto.

Dudaba que sucediera con todos los millones que me había pagado. Además, Vitale no seguiría las órdenes de su esposa. Era demasiado orgulloso y machista. Antes era capaz de matarla.

—Su familia ya está contaminada.

Se giró sobre sus talones y desapareció en la multitud. No podía creer esa ridícula conversación. Lo que menos deseaba era meterme en dramas innecesarios. ¿Pero dónde quedaría la diversión si las cosas fueran tan fáciles?

—Veo que mi madre ya hizo su parte —Se rió Kiara, acercándose—. Ignórala. Ella es desagradable con todos, menos con Luca. Es su consentido.

—Si fuera su consentido, no permitiría que se case con una ardilla molesta.

La sonrisa de Kiara se ensanchó y soltó una risita.

—Lamentablemente ella no puede impedir el desafortunado evento. Mi padre ya lo decidió con el Consigliere.

Una tradición típica en las familias mafiosas italianas. Luca era una marioneta más que nació para cumplir con los caprichos de su padre y el Don. No podía ser él mismo y me parecía triste.

—Supongo que tu destino no es diferente.

Su sonrisa decayó.

—Mi obligación es casarme con un mafioso millonario para aumentar las conexiones de mi familia —Se encogió de hombros—. Ser una buena esposa y complacerlo en todo. Fui criada con ese único propósito. Mi padre me advirtió que me olvide de la universidad, nunca iré.

Escucharla deprimida hizo hervir mi sangre. Muchas chicas de su edad soñaban con cumplir los dieciocho años, pero Kiara no. Su peor pesadilla se haría realidad.

—Ahora eres una oruga, Kiara —solté sin pensarlo—. Un blanco indefenso para los depredadores, pero cuando tengas la edad suficiente serás una mariposa formidable y podrás decidir dónde quieres volar.

Agachó la cabeza.

—¿Cómo sería posible si vivo en una jaula?

Puse un dedo en su mentón y la forcé a mirarme.

—Las barreras se romperán algún día, cariño. El universo tiene una extraña manera de sorprendernos —Le guiñé un ojo—. Todo puede suceder.

Cómo yo matando a su padre...

—Me agradas —sonrió relajada—. Espero tenerte con nosotros mucho tiempo, se siente bien no ser la única chica en la casa.

—No eres cercana a tu madre —asumí.

Se encogió un poco.

—La relación que mantenemos con ella es... limitada —explicó en voz baja como si temiera ser escuchada—. Mi padre no le permite acercarse mucho porque cree que nos malcría y nos hace débiles.

Cada vez odiaba más a Leonardo Vitale.

—Los padres son tan decepcionantes —suspiré con nostalgia.

Me miró con curiosidad.

—¿Tienes familia?

Ignoré la forma en que mi piel se llenó de escalofríos. La última imagen que tenía de mi padre era de él muerto con una bala en la frente y lleno de sangre. Mamá en una cama cutre y su cuerpo inerte.

—No —contesté con voz plana—. Están muertos.

La expresión de Kiara era de pura empatía.

—Lamento escuchar eso.

Belleza Oscura [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora