50. Día 8 / Nave de la nasa.

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Maratón parte 3.



Joaquin.

Sus brazos más chocolate, que bonita combinación. Estamos tirados en el suelo riéndonos como dos niños pequeños. Estas son los momentos que más amo de estar con Emilio, no nos da miedo ser unos tontos con el otro, no esta mal ser infantil, no esta mal ser tú mismo.

Se acerca a mi cara y me lame el rostro. Su risa inunda la habitación.

-Me encanta como sabes Joaquin.

Pase de las risas al deseo en una fracción de segundos. No es que allá mal pensado el comentarios, Emilio lo dijo con esa intención y el deseo en su mirada me lo confirma.

-Es solo chocolate Emilio.

Su pupilas se intensifica, me desea. Puedo sentir sus ganas hasta acá.

-Estoy muy sucio Joaquin, quiero que me limpies.

-¿Quieres que te lama?

-No. Quiero que te bañes conmigo.

Esto no es un simulacro. Tiene ganas de mí y yo no puedo pensar en otra cosa más que en su cuerpo. Quiero amarlo en la ducha, en la cama, en la sala, en la cocina y lo mejor de todo es que él quiere hacer lo mismo.



Lo tomo del brazo y nos dirigimos al baño. Me detengo un momento para estudiar su rostro. Su labios son tan bonitos, me enlelo sin darme cuenta.

Siento como su pecho empieza a bajar y subir más rápido con cada segundo que pasa. Estamos frente a frente solo viéndonos.

-¿Puedo? - Hace una seña con sus brazos, pidiéndome permiso para quitarme la playera. Yo asiento sin dejar de verlo.

Mi piel esta expuesta frente a él. Noto como Emilio esta tomando un ritmo lento. Esta disfrutando cada parte de mí. Yo estoy perdido solo sintiendo sus labios en mi cuello, sus manos acariciando mi espalda. Tomo la tela de su playera y lo pongo en la misma situación que yo. No puedo respirar con normalidad. Su cuerpo es mi perdición.

-¿Sientes las mariposas Joaco?

-Las siento mi amor, siempre las siento contigo.

No había persona en la tierra que me hiciera sentir más que Emilio. Su amor me llevaba a otro nivel. Me confirmaba que la magia existe.




Emilio.

Estaba ardiendo. Sentía un fuego, una pasión que no había sentido con nadie. Joaquin me gustaba en todas las formas posibles. Me gustaba su cuerpo, su risa, la manera en la que ve la vida, me gustaba que le prestara atención a cosas que los demás ignoraban, todo en él me gustaba.

-Tengo miedo por lo que voy a decirte Joaco.

Su respiración estaba tan acelerada que me aferre a eso para hacer un lado el freno y decir lo que de verdad sentía, lo que deseaba.

-Quiero que te hundas en mí.

Mi chiquito bonito se quedo atónito. El desconcierto en su cara me hace darme cuenta que este paso que estoy dando es uno realmente importante. Pero no quería callarlo más.

10 días - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora