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—¿Quieres salir conmigo? —Pregunto interrumpiendo la mordida que Ashton le iba a dar a su sándwich de pollo.

—¿Ya no lo hacemos?

—Salir como en una cita. —Aclaro.

—¿Quieres una cita conmigo? —Pregunta confundido a lo que asiento. —Acepto salir contigo.

—Vamos a hacer algo muy cliché. —Informo captando su atención. —Iremos al parque de diversiones.

—No me gustan las montañas rusas. —Informa sonriendo tímidamente.

—Entonces no nos subiremos a ellas, hay más juegos.



Amo los parques de diversiones, amo las atracciones, amo los dulces, amo los juegos de puntería aunque soy mala, odio a los niños berrinchudos llorando.

Corremos de un lado a otro cual adolescentes, hacemos fila, comemos y nos damos uno que otro beso.

Esta es de las mejores citas que he podido tener, podría decir que la mejor.

—¡Mira! —Gritamos tanto Ashton como yo señalando cada uno un peluche de puestos diferentes.

Ashton está señalando un cocodrilo de un tamaño mediano mientras que yo estoy señalando un oso perezoso.

—Tu vas por el mío y yo por el tuyo, a ver quién gana. —Propongo y él asiente.

El juego en el que está el cocodrilo es de coger unos patos, esperemos me vaya bien.

—¡Si! —Grito tras unos seis intentos, estoy odiando esos patos de plástico.

Cojo el bendito cocodrilo y empiezo a buscar a mi novio hasta que lo veo aún en el puesto de puntería. Corro hasta donde él y lo abrazo desde atrás poniendo frente a sus ojos al cocodrilo.

—Conseguiste a Cocri.

—Que nombre tan raro tiene el pobre peluche. —Musito haciéndolo reír.

—Linda, ¿te dije que la puntería no es lo mío? —Pregunta con una sonrisa de lado para luego volver su atención a las latas apiladas.

—Si quieres puedo escoger otro.

—No, conseguiré ese animal todo feo.

—¡Oye! Lo escogí porque me recuerda a ti. —Informo provocando que me mire con una ceja levantada.

—Yo no luzco así.

—Pero eres igual de perezoso. —Contraataco y doy un beso en su mejilla. —Iré por algodón de azúcar.

Unos cinco intentos más hasta que por fin Ashton consigue el maldito oso perezoso. Apenas me lo entrega doy un beso a sus labios y lo jalo para ir a la siguiente atracción.

—¿Quieres ir a la rueda de la fortuna? —Pregunta señalandola.

—No me gusta, ¿tu quieres? —Pregunto y él niega igual.

Repetimos en algunos juegos y luego nos dirijimos a la salida mientras pensamos en que comer, aunque ambos estamos algo llenos por todo lo comido dentro del parque.

—¿Qué tal si hacemos café con sándwiches? —Propongo moviendo nuestras manos entrelazas para adelante y atrás.

—Me gusta la idea.

El chico del ascensor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora