CAPÍTULO 1

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Su cuerpo era diferente.

Dolía.

Tuvo la sensación de que no siempre fue así, pero había estado en esas cuatro paredes por meses. Se sentía como meses. Como casi un año. Podría haber sido más que eso.

¿Dónde estaban sus amigos? ¿Su familia? ¿Sus padres?

Ya no tenía padres. Y que ellos no estuvieran ahí sólo significaba que seguía vivo.

Estaban jugando con su mente, y casi no podía recordar nada. El tiempo precia pasar de forma diferente. A veces era infinito, otras increíblemente rápido.

Paró de esforzarse en demostrarles lo resistente que era. Se detuvo de tratar de aparentar que aquello que le hacian no le dolía ni lo dañaban como para que sollozara como una niño pequeño.

Pero habia algo que fue diferente el último par de días...¿O fueron semanas?

Su cuerpo era distinto.

Él era diferente al de antes. Todas las agujas. Tenían que ser todas las malditas agujas que le habían puesto y quemaban dentro de su cuerpo.

Y luego había escuchado ese aullido en la distancia.

Lo echaron fuera. Y el alivió de que se aburrieran de él no llegaba a su pecho. Era como si ya no pudiera sentir nada. No había emociones. Estaba vació.

Pero su cuerpo si que lo hacia. Y tenia frío, y era distinto. Sabía que su cuerpo era caliente más que antes y que podía manejar esa temperatura.

Luego ese aullido volvió. Ese aullido que le había hecho temblar.

No estaba seguro si lo había escuchado en algún sitio antes, pero estaba familiarizado con él. Era como una triste canción de necesidad, deseo y anhelo. Cada parte de ese sonido hizo eco dentro de su cuerpo.

Él había aullado de vuelta. Echó su cabeza hacia atrás y aulló como si estuviera libre.

Compañero. Era su compañero. Podía sentirlo y un parpadeo de esperanza, calentándolo desde el interior y extendiéndose como un rápido fuego ardiente, se encendió dentro de él.

Pero el otro shifter, su compañero, no respondió a su aullido. El único sonido que respondió fue el silbido del frío, penetrante, viento indiferente en el cielo nocturno.

Y como rápido y brillante se había encendido su esperanza, se esfumó. Una desesperación y miedo que él no creía posible tomaron su lugar.

Recordó que podía sentir. En su mayoría, las únicas sensaciones que hacían agrandar el vació dentro de su pecho.

Muchas agujas. Y esa habitación horrible a la que no tardaría en volver.

Puso sus patas sobre la valla que lo mantenía y aulló otra vez, poniendo todo lo que tenía en ello. Quería que viniera ese lobo por él.

Tenia que hacerlo. Debía escucharlo.

Había un nombre en la punta de su lengua, pero no podía pensar en él. Él no podía recordarlo. A nadie en realidad, como si las presencias de su vida no tuvieran rostro.

No contestaron a su desesperado aullido. Hubo más oscuridad, más silbido del aire frio y su mente volvió a fallas, ya no podía recordar si ese aullido que había escuchado había sido real. Él no recordaba su propio nombre.

Se sentó delante de la valla. Era alta y gruesa. Intentó antes cavar debajo, pero había sido capturado, y los agujeros llenados de nuevo. No importaba. La valla fue subterránea y profunda, y había cemento debajo de ella.

Regresa a mi ladoWhere stories live. Discover now