Epílogo

365 29 12
                                    

· VOTAD y COMENTAD qué os parece ·

Me gustaría dedicárselo a Jessica-98- porque su comentario en el último capítulo me hizo muy feliz. ¡Gracias, bonita! :)


Cuatro días. 

Ese es el tiempo que ha pasado desde la última vez que vi a Zack delante de mí, mirándome con ojos apenados y llenos de decepción.

¿Cómo he podido comportarme así con él?

Con la persona que, desde prácticamente el principio, siempre ha estado a mi lado, apoyándome, pasase lo que pasase. Zack ha conseguido que mi vida diese un giro de ciento ochenta grados, pasando por la de una chica completamente normal hasta llegar a la de una chica enamorada, feliz y con ganas de comerse el mundo. Me daban igual las adversidades. Me daba igual todo, mientras él estuviese a mi lado.

¿Por qué ha tenido que pasar esto?

Una pequeña parte de mi cerebro, esa que siempre busca una excusa para todo, me repite una y otra vez que no es culpa mía. No toda, al menos. Me metieron entre sus problemas sin yo pedirlo y he cargado con las mismas consecuencias que ellos: Zack no quiere verme y, de momento, no parece que vaya a querer nada más de mí. Creo que, como adultos que son, deberían haber solucionado sus asuntos desde un principio, sin buscar segundas personas y, sobre todo, sin querer huir al no verse capaces.

No tengo ni idea de cómo va a terminar todo esto. Desde que ocurrió lo que ocurrió, tampoco tengo noticias de sus padres o de Adams. En cuanto Zack se marchó furioso, decidí que yo tampoco pintaba nada ahí y me marché. No fui a casa por miedo a encontrarme con alguien. Sabía que no iba a poder disimular que estaba rota por dentro. Intenté, sin éxito, encontrar a Zack para pedirle perdón y para decirle que estaría a su lado aunque él no quisiese verme ni en pintura. Pasé horas haciendo eso, dando vueltas por las calles del pueblo, sin perder la esperanza de encontrarle.

Al no conseguirlo pensé que, después de calmarse, terminaría hablando conmigo. Pensé que entendería la situación, que se pondría en mi piel y no antepondría la situación a mantenernos juntos y unidos. Por desgracia, parece que Zack no piensa del mismo modo que yo.

He contado las veces que le he llamado.

Treinta y cinco, en total.

Treinta y cinco llamadas en cuatro días.

Como es evidente a estas alturas, no ha respondido a ninguna de ellas. De hecho, cuando le hube llamado unas veinte veces, decidió que la mejor solución para que dejase de hacerlo era apagándolo. Eso no fue suficiente para que me diese por vencida, por supuesto. No voy a parar hasta que se digne a hablar conmigo. Esta situación no tiene ningún sentido, aunque al parecer soy la única que piensa así.

¿Qué pretende, apartarme de su vida así, sin más? ¿Hacer como si nunca nos hubiésemos conocido? ¿Fingir que no nos hemos cambiado la vida mutuamente?

Alargo mi mano hasta la mesita de noche para coger mi móvil. Estoy tumbada en la cama, con la vista en el techo de color blanco y la mente perdida entre pensamientos que se tergiversan entre sí. Necesito que esto acabe cuanto antes. Necesito que todo vuelva a la normalidad, que volvamos a ser los de siempre. Que volvamos a querernos. Abro la agenda y, como tantas veces he hecho durante los últimos días, presiono el contacto con el nombre de Zack. La llamada emite un par de pitidos, pero al tercero aparece esa dichosa y molesta voz femenina que tanto me ha desquiciado.

Stay AwayOù les histoires vivent. Découvrez maintenant