Capítulo 20. "-Sorpréndeme"

4K 216 4
                                    

Sigo asustada. Ha pasado una hora desde que ha ocurrido todo y todavía me repito en la cabeza que debo calmarme. No consigo que mi cuerpo deje de temblar. Me resulta imposible. Por suerte, Zack, Leah y Will no se han separado ni un solo segundo de mí. Después de lo ocurrido, han pensado que lo mejor era marcharse. Al ver mi estado, Leah ha propuesto que vayamos a dormir a su casa, aprovechando que sus padres y su hermana pequeña van a pasar la noche fuera. Además, mi mejilla ha decidido inflamarse y, como buena mejor amiga que es, dice que si mis padres me viesen así comenzarían a preocuparse demasiado.

Leah nos presta su habitación para ofrecernos un poco de privacidad. Cree que, después de lo ocurrido, tenemos cosas de las que hablar. Se lo agradezco mucho porque, aunque lo que más me apetece es hacer ver que nada ha ocurrido, sé que no es el mejor modo de actuar. Nos ofrece un pequeño botiquín que tiene guardado en el baño y me muestra una sonrisa reconfortante que, en parte, consigue recargar mi energía.

—No vuelvas a hacer eso —me dice Zack, sentándose a mi lado, en la cama—. Jamás.

Genial, viene el sermón...

—¿De qué hablas?

—Sabes perfectamente de qué hablo —me mira, arqueando una ceja—. No voy a permitir que vuelvas a recibir ningún golpe que va directo a mí. ¿Entendido?

—No ha sido nada. Además, es culpa mía —me encojo de hombros—. Era lo mínimo que podía hacer.

Zack se acerca un poco más a mí.

—No ha sido culpa tuya —coloca su dedo índice en mi barbilla para que le mire a los ojos—. Brad me tiene manía desde el primer día de instituto. El caso es que ese golpe era para mí, no para ti. Y mira cómo estás por ponerte en medio.

—No me duele —coloco mi mano encima de la suya—. De verdad.

—Maldita sea, Brooke —Zack se levanta de la cama, notablemente agobiado—. Me importa bien poco que no te duela. Lo que importa es que te ha golpeado y, encima, se ha ido de rositas. ¿Sabes lo mal que me siento ahora?

—Pues deja de sentirte mal —me levanto y vuelvo a colocarme a su lado—. ¡Estoy bien!

Zack se mantiene callado mientras me mira durante unos segundos hasta que, finalmente, vuelve a hablar.

—No me gusta que te hagan daño.

Su mandíbula se tensa y sus puños se aprietan con fuerza. Doy un par de pasos más hasta que consigo entrelazar mis dedos entre los suyos. Necesito que comprenda que, aunque me haya costado, he conseguido calmarme. No puede ser que ahora sea él quién se ponga de los nervios. Eso no nos beneficia en absoluto.

—Escúchame con atención —mantengo mi vista fija en él—. Ha merecido la pena, y dejaría que me golpeasen cien veces más con tal de defenderte.

Sus ojos adquieren un brillo especial al escuchar mis palabras. De un instante a otro, sus labios se juntan con los míos, de forma cálida y suave. Me resulta diferente a las otras veces que nos hemos besado, pero no peor. De hecho, ahora me da la sensación de que estamos mucho más unidos. Nos tratamos como si fuésemos dos rosas de cristal a punto de romperse. Y eso me gusta.

Durante los primeros segundos no soy capaz de moverme, estoy tan eclipsada por la sensación de sus labios sobre los míos que no puedo pensar ni siquiera en mover mis piernas. Muevo mis labios al ritmo de los suyos, acompasadamente. Cuando su pulgar hace presión sobre el hueso de mi cadera no puedo evitar que se me escape un suspiro de placer. Es capaz de deshacerme con un simple roce y de volver a recomponerme con una sola mirada.

Stay AwayWhere stories live. Discover now